En la provincia de Denizli, al sudoeste de Turquía, en el valle del río Menderes está Pamukkale, una de las paradas imprescindibles cuando se explora la Capadocia y una de las postales más conocidas de Turquía.
Se trata de las piscinas de travertino de Pamukkale, unas formaciones geológicas calcáreas que discurren en terrazas a lo largo de una colina y que parecen hechas de algodón. De ahí su nombre, Pamukkale en turco significa ”castillo de algodón”.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988, junto con el cercano conjunto de Hierápolis, sólo en Oaxaca, México se puede ver un monumento natural similar.
Esta es sin duda una de las mejores excursiones que se pueden hacer y que nos dejarán un recuerdo imborrable.

Pero lo que todos nos preguntamos además de maravillarnos cuando lo tenemos ante nuestros ojos, es, cómo o de dónde han surgido estas formaciones geológicas tan peculiares?

La explicación se remonta a otras épocas de la tierra, al plioceno. Esta es una zona de mucha actividad sísmica, y a raíz de movimientos tectónicos, surgieron numerosos manantiales de aguas termales que explican las espectaculares formaciones que vemos aquí. Fue un proceso de miles de años. Las aguas de los manantiales muy ricas en creta y calcio fluían en cascadas por la ladera, y con el paso de los siglos fueron dejando depósitos calcáreos sobre la roca, y así es como surgieron las terrazas y piscinas naturales que hoy admiramos. Los depósitos más recientes de carbonato de calcio le dan al lugar un aspecto blanco deslumbrante.

Termas de PamukkaleDa la sensación de encontrarnos ante una imagen de una catarata congelada. Sus blancas terrazas son piscinas de agua termal. Nos ponemos el bañador y descendemos con mucho cuidado pues hay mucha pendiente y poca sujeción, por lo visto el sitio, hasta que la Unesco no intervino se hallaba muy degradado por la proliferación de hoteles, desechos y turistas, y muchas fuentes se secaron afectando al lugar. Hoy día sigue habiendo mucho trasiego de gente, pero hay muchas restricciones, se tiene que circular por un camino marcado y no se puede andar con zapatos, y os aseguro que no se pisa sobre algodón sino sobre piedra porosa, que nos dejan los pies suaves y finos como los de un bebé.

Restos romanos en PamukkaleAdemás, aquí decidimos entrar en la Termas de Pamukkale, un lugar digno de visitar que está dentro de un recinto anexo a las terrazas. Se trata de unos estanques  termales naturales de aguas que emanan directamente del subsuelo volcánico de la zona. En el fondo de los mismos se observan columnas y capiteles y restos arqueológicos que acabaron allí por los frecuentes desastres naturales de la zona. Es una experiencia excepcional, el agua está caliente y gasificada, y el burbujeo hace cosquillas en la piel.

Dicen que la composición de las aguas es beneficiosa para la hipertensión, las piedras en el riñón, el reumatismo, los nervios, enfermedades de la piel, problemas circulatorios…pero además, siempre se ha creído que sus aguas embellecen, de ahí que se hayan creado algunos spa en sus inmediaciones y que fuese el centro de cultos paganos en la antigüedad.

Y es que los primeros en establecerse aquí fueron los helenos, la dinastía de los Atálidas, reyes de Pérgamo, fundaron el balneario y ciudad de Hierápolis a finales del siglo II a.C. Tras quedar devastada por un terremoto, se comenzó a reconstruir, ya por los romanos en tiempos de Tiberio.

Muy aficionados a los tratamientos termales, pronto se convirtió en importante centro de descanso veraniego para los nobles de todo el Imperio y  en un centro de peregrinación a donde acudían los enfermos. Fue de nuevo devastada en 1354 por un terremoto.

El yacimiento alberga las ruinas de las termas, el  templo de Apolo, la necrópolis y otros monumentos griegos y romanos muy interesantes.

 

 


 

Ana Morales

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