En realidad, el Festival de Kandawgyi es el festival anual de la pagoda Phaung Daw Oo Paya, la más grande del lago Inle, este lugar mágico de Birmania situado en el estado shan, donde la gente vive en aldeas flotantes sobre el mismo lago, y donde los cultivos se obtienen en pequeños terrenos de aluvión robados al mismo. Los intha han perfeccionado una técnica que les permite cultivar sobre la superficie del agua. A base de sucesivas capas superpuestas de limo seco y algas o jacintos, que se van renovando cada año, han logrado tener una extensa y fértil huerta. El paisaje lacustre rodeado de frondosas montañas es precioso y recorrer el lago en una barca una de las experiencias más agradables que recuerdo de mi viaje.
Esta pagoda del s.XVIII, que no es la más bonita en su construcción, es, sin embargo una de las tres pagodas más veneradas de Birmania porque guarda en su interior cinco estatuas de Buda muy sagradas, las cuales, a fuerza de recibir ofrendas de láminas de oro durante más de doscientos años hoy son informes, rechonchas e irreconocibles. De hecho, en el interior del santuario se puede ver una evolución fotográfica de las estatuas a lo largo de los años.
Días atrás habíamos estado visitándola y nos comentaron que el famoso festival estaba a punto de llegar, así, que decidimos cambiar nuestro vuelo a Mandalay para poder verlo. Realmente las fechas no están marcadas de antemano en el calendario, sino que el día que comienza puede variar de un año para otro pues depende de cálculos astrales, de las fases de la luna, nosotros lo vimos en la primera semana de octubre. Este festival se hace para festejar el fin de las lluvias y alejar los malos espíritus y se celebra en todo el país, aunque verlo aquí es más espectacular porque se pueden ver carreras de barcas.
Madrugamos mucho, antes de que saliera el sol ya estábamos montados en la barca dirección a la pagoda. En el camino, barcas más grandes cargadas de peregrinos nos adelantaban. Estos iban la mar de felices cantando y bailando en lo alto de las barcas decoradas para la ocasión, con banderas y plantas. Ya de lejos pudimos ver la cantidad de pequeñas embarcaciones que la rodeaban, entre ellas, las barcazas reales que llaman Karaweik (El pájaro místico) que son llevadas por los propios pescadores del lago y que las transportarán hasta su siguiente destino, en otro de los monasterios de la zona. Estas barcazas, con uno de los extremos terminado en forma de gallina dorada sí que estaban engalanadas, cintas, plantas, muchos adornos dorados…en fin, me hizo pensar en las carretas que van para el Rocío cada año, o en la Fiesta del Carmen, por lo festivo, colorido y el ambiente que encontramos aquí.
Desembarcamos, pues la primera parte del festival, antes de que se las lleven, y, la que esperan especialmente las mujeres es en la que se saca una a una a las imágenes y las colocan en un altar lleno de ofrendas florales y alimenticias. Bueno, hay que aclarar que, en realidad sólo procesionarán cuatro de ellas. Dice la leyenda que en una de estas procesiones en torno al lago, la barcaza volcó y las imágenes cayeron al fondo. Tras muchos esfuerzos sólo pudieron recuperarse cuatro de ellas. Muy apenados por la pérdida, regresaron al templo para comprobar que la imagen que faltaba estaba ocupando su lugar, es de suponer que ella regresó allí por sus propios medios…desde entonces aquella figura permanece siempre en el templo y nunca abandona el recinto. Navegando por el lago este lugar donde el barco se hundió está marcado con un poste que acaba en gallina dorada.
Pues en este momento en que salen del templo antes de embarcar es cuando ellas, que, normalmente no se pueden acercar a tocarlas, lo pueden hacen y pegan su ofrenda en forma de lámina de oro, por ello, es un acontecimiento. Tras unos minutos las figuras se trasladan de nuevo en volandas a las barcas para comenzar con su peregrinaje anual que dura varios días a otros monasterios en otras poblaciones del lago. El cortejo es precioso, las barcazas surcan lentamente el lago, en cuyas orillas familias enteras postradas lo reciben, y son acompañados por barcas de peregrinos y particulares vestidos con sus mejores galas y disfrutando de estos días festivos. En todas las poblaciones la llegada de las barcazas es un acontecimiento, gentes de todas las etnias bajan de sus aldeas hasta la ribera para recibirlos, y, en torno a ellas familias enteras que siguen a la procesión acampan y hacen pic nic, es una bonita estampa, sin lugar a dudas, en estos días, no se trabaja, sólo se disfruta. Aconsejo que si tenéis pensado visitar Inle lo hagáis coincidiendo con este festival, pues seguro que no os defraudará.
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No puedo decir que el lago Inle fue lo que más me gustó de Birmania, pero si que fue especial, recuerdo que la noche antes de la procesión se oia de fondo, desde la pagoda, incansable, algo monótona la voz del monje rezando, nos levantamos pronto y con mariposas en el estómago nos añadimos a la procesión de cientos de barcas esperando la llegada de la gran barca dorada con las imágenes totalmente desfiguradas por las pequeñas láminas de pan de oro…