Nepal es un interesante crisol de religiones, territorios y gentes, que engloba a más de 30 grupos étnicos. Mitad indio, mitad tibetano, hinduista y budista, ambas religiones mayoritarias no sólo conviven armónicamente sino que es difícil establecer dónde comienza una y termina la otra porque tanto unos como otros comparten deidades y rituales. Y no olvidemos que Buda (Siddarta Gautama) nació aquí, en el valle de Katmandú, concretamente en Lumbini, en el año 550 a.c. Sin embargo, pese a la convivencia o simbiosis que existe entre ambos credos, Nepal es el único país del mundo que reconoce como su religión oficial el hinduismo. Por ello creo que hablar de templos budistas en una nación hinduista debería ser una simple anécdota, pero el caso es que no lo es.
Dos de los templos-monumentos más famosos e imprescindibles del país son budistas. Me refiero a las estupas de Swayambunath y Bodhnath, ambas en el área de Katmandú. Esta última es además un icono del país, una seña de identidad que todo el mundo asocia con Nepal, y no es para menos.
Desde luego, de ningún modo quiero hacer de menos al resto de los puntos de interés del valle, plagado de bellísimas ciudades medievales de la cultura newar detenidas en el tiempo y que son obligado visitar, pero de ellas ya os hablé con más detalle en una entrada anterior. Hoy quiero hablaros de Bodhnath. La estupa de Bodhnath es uno de los siete lugares Patrimonio de la Humanidad de todo el valle de Katmandú.
Situado a unos 11 km de la plaza Durbar de Katmandú, a las afueras, en lo que antes era la aldea de Bodhnath, se encuentra la inmensa estupa mandala, la más grande de Nepal y una de las más grandes del mundo. Según la tradición la erigió un príncipe como penitencia por provocar la muerte de su padre. Aunque su edad exacta no es conocida, los historiadores coinciden en que es de cerca de 1.500 años. La gigantesca estupa de más de 36 m de altura sobresale de entre los edificios que la rodean y es bien visible desde la distancia.
En el pasado se encontraba en la antigua ruta comercial que desde el Tíbet entra en el valle de Katmandú por el pueblo de Sankhu, en la esquina noreste del país y que desde aquí va directamente al sur, cruzando el río Bagmati en un camino secundario de la ruta de la seda que se adentraba en India. Peregrinos y comerciantes tibetanos han descansado y rezado a lo largo de los siglos aquí, en lo que para ellos es el mayor y más auspicioso templo budista tibetano fuera del Tíbet. Desde que el Dalai Lama huyó del Tibet en 1959, Nepal ha jugado un papel fundamental para la comunidad de exilados tibetanos, proporcionando un refugio seguro y un pasaje a la India, residencia de su santidad. Nepal, a través de los Himalayas, ha sido la tradicional vía de escape para muchos exiliados tibetanos que huyeron del país en la década de 1950. Y no es una vía fácil, viajando normalmente a pié, sin los medios ni el equipamiento necesario para hacer frente a los elementos, cobijándose en salientes y en árboles y esquivando a las patrullas chinas en travesías que pueden durar meses. Muchos decidieron entonces establecerse cerca de Bodhnath, poblándose el barrio con los recién llegados y sus descendientes. A pesar del apoyo y refugio que Nepal siempre les proporcionó, la situación hoy día dista de ser la ideal por las presiones que China ejerce sobre su vecino nepalí sobre el que tiene cada vez mayor influencia, pero aún así creo que podría decirse que la estupa de Bodhnath es uno de los pocos lugares en el mundo donde la cultura tibetana está viva y accesible, donde palpita el corazón del Tíbet. De hecho, hoy en día Bodhnath, conocida como “pequeño Tibet” es el hogar de alrededor de 16.000 refugiados tibetanos.
Unos cincuenta monasterios o gompas la rodean, por lo que también es muy significativa la presencia de monjes y novicios en los alrededores. La estupa, universal en toda Asia, comenzó siendo un monumento relicario para guardar tesoros y reliquias de Buda. Pero más tarde se convirtió en una expresión del ideal de la Iluminación. Simbólicamente revelan el camino hacia la iluminación. La base de la estupa de Bodhnath está formada por tres grandes plataformas en forma de cruz que van ascendiendo cual pirámide escalonada. Encima de éstas hay otras dos plataformas esta vez circulares sobre las cuales descansa la gran cúpula blanca de la estupa. Coronándola se encuentra una torre central piramidal, de trece escalones de oro que simbólicamente conducen al Nirvana, en la base de la cual encontramos tal vez el más hermoso detalle de la estupa: la harmika. En cada una de las cuatro caras, hay pintados dos ojos y en medio de los ojos hay un signo de interrogación (el símbolo de Nepal para el número 1, que simboliza la unidad y la manera de alcanzar la iluminación). Un pequeño tercer ojo representa la sabiduría de Buda Se puede subir a una cafetería de las muchas que hay en torno a la estupa para contemplarla en toda su magnitud, o a las plataformas de la misma y rodearla desde todos los ángulos, veréis que los “ojos que todo lo ven” nos seguirán mirando impertérritos al tiempo que el aire agita las banderas de oración.
Visité Bodhnath en dos ocasiones, tuve la suerte de alojarme en el hotel Grand Hyatt, con lo que sólo tenía que franquear la verja del jardín y caminar unos cinco minutos para llegar allí. Las calles de tierra que rodean la descomunal estupa serpentean entre humildes talleres artesanos, tenderetes y negocios de alimentación. Los diversos oficios se ofrecen a pie de las polvorientas calles, zapateros, barberos, modistos…hay una gran actividad. Curiosamente aunque la estupa es muy visible desde lejos, cuando estás cerca no la ves, escondida entre sus calles estrechas, aunque eso sí, la percibes, sabes que andes hacia donde andes acabarás encontrándola, pues la estupa es el centro indiscutible al que conducen todos los caminos. Y así es. Si queréis visitar por dentro algún monasterio es mejor ir por la mañana, pero si no, creo que el mejor momento para hacerlo es en la tarde-noche. Al anochecer la mística del lugar se acentúa pues en torno a la gran estupa no hay luz eléctrica, (o al menos no la había cuando yo la visité) y las velas le toman el relevo al recién ocultado sol. Es entonces cuando llega el momento de la oración. Recuerdo el sonido grave de una trompeta de oración, el aire impregnado de olor a incienso y una colorida marea humana de cientos de personas ataviadas con las túnicas azafrán o con los trajes tradicionales del Tíbet rodeando la estupa siguiendo el ritual del Kora. Muchos caminaban haciendo girar los molinillos de oración, otros haciendo pasar las cuentas de su rosario.
Dar vueltas a la estupa en el sentido propicio, el de las agujas del reloj por supuesto, hace que los creyentes budistas ganen méritos. Estudiantes del budismo, peregrinos, vecinos del barrio, jóvenes y mayores, todos se unen al ritual mientras recitan el mantra universal: Om mani padme hum (ॐ मणि पद्मे हूँ «Dios, que los pétalos de esta flor se abran para que aparezca la joya de mi yo interior»).
Es difícil estar allí siendo un simple espectador, la atmósfera cautiva, uno se siente hipnotizado por esa marea de gente que circula en silencio y, sin darse cuenta se convierte en partícipe de las cosas que están sucediendo a su alrededor. Por muchas estupas que se hayan visto, y conozco unas cuantas, Bodhnath es distinta a las demás. Se respira un ambiente estupendo en el aire, vibrante y cargado de energía. Los que tengáis la fortuna de visitarla en luna llena veréis que se adorna con nuevas banderolas de oración y velas a su alrededor. El budismo Theravada celebra este acontecimiento porque cree que el Buda Histórico, Siddharta Gautama, nació, se iluminó y murió habiendo luna llena. Sin duda una experiencia que hay que tener si uno visita Katmandú.
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No hay dios en el Budismo. Om Mani Pedme Hung significan muchas cosas pero la mas literal es: OH Dulce Flor de Loto!.