A 320 kms al sur de Ankara y en medio del desierto de Anatolia Central, se asienta una península de más de 800.000 metros cuadrados que recibe el nombre de Capadocia, una excursión que merece la pena hacer. Esta zona tiene una extraña y sorprendente belleza natural, original y única en el mundo, que ha sido origen de multitud de mitos y mágicas leyendas. Pero si su paisaje es sorprendente, su subsuelo lo es aún más. Bajo sus pintorescos pueblos trogloditas, carreteras y cultivos hay lo que muchos han definido como “el campo de batalla subterráneo más grande del mundo”, me refiero, claro está a sus decenas de ciudades subterráneas.
Originalmente comenzadas a excavar por los hititas, considerados uno de los pueblos más avanzados del mundo antiguo hace más de 4000 años, las ciudades abarcan kilómetros y han salido indemnes de las sangrientas guerras, luchas y conflictos que siempre amenazaron con destruirlas siendo a lo largo de los siglos ocupadas por distintos pobladores. ¿Pero por qué?, ¿por qué construir ciudades subterráneas en lugar de en su superficie?, ¿qué temían?.
Durante miles de años esta misteriosa región fue el campo de batallas de distintos imperios invasores, ya que su situación en medio de la ruta de la seda, la «autopista» más importante de la antigüedad la hacía muy codiciada pues quien controlaba la Capadocia, controlaba las rutas comerciales, y un porcentaje de todas las riquezas transportadas. Esta ruta se extendía a lo largo de 11.000 kms y conectaba importantes imperios como China, La India y Egipto en el este y Grecia y Roma en el oeste. Precisamente por esta situación privilegiada era tan peligrosa para sus moradores. Romanos, persas y mongoles lucharon para controlarla, además las continuas guerras tribales convertían a la región en una zona muy peligrosa cuyas ciudades eran continuamente diezmadas. El vivir en el subsuelo fue una solución ingeniosa a una amenaza constante, una adaptación al medio de sus pobladores ante la larga y belicosa historia de la Capadocia.
Estas ciudades, de las cuales hay excavadas 250 kms fueron construidas para proteger a sus habitantes de los ataques de algunos de los más poderosos imperios de la tierra. Ocultas en el subsuelo hay restos de un misterioso imperio pagano así como multitud de ciudades perdidas y fortalezas defensivas. Los símbolos de la guerra se hayan enterrados desde hace tres milenios, y la gran abundancia de los mismos hace que prácticamente en el subsuelo de cada asentamiento humano que históricamente ya existió en un pasado remoto exista una ciudad subterránea que le da réplica.
Pero su construcción no fue sencilla. Horadar el terreno fue posible por las características de la blanda roca, la toba, tan abundante en la zona por las diversas erupciones volcánicas de tres volcanes. Primero fueron sencillos refugios de piedra que fueron evolucionando a medida que crecían las amenazas en la superficie hasta convertirse en ciudades de hasta ¡ocho pisos de profundidad! que podían acoger hasta 20.000 personas. Y así fue hasta el S.XIV. Cuando el imperio otomano estabilizó la región y llegó la prosperidad, estas ciudades subterráneas fueron perdiendo su razón de ser y fueron sellándose y olvidándose. En 1960 los pobladores comenzaron a explorar los túneles que había bajo sus casas ya que habían oído las historias de sus antepasados, sin poder imaginar las dimensiones de lo que había bajo sus pies. Actualmente hay unas 200 ciudades excavadas con una superficie de 250 kms cuadrados, muchas de ellas intactas. Como antes apuntaba los hititas fueron los primeros constructores, reinaron desde el 1795 hasta el 1190 a.c, y se cree que fueron los primeros habitantes de la región en vivir bajo tierra. Los hititas prosperan en esta región durante más de 500 años, pero se sentían amenazados por lo que ellos denominan “el pueblo del mar”. Desaparecieron sin dejar rastro en el s.XII a.c, y muy posiblemente el mundo subterráneo de Capadocia fue su último refugio. Legaban numerosas cavernas subterráneas cavadas a mano que serían de gran utilidad a otro grupo perseguido que llegó a sus ciudades en el s.I huyendo de los romanos: los cristianos.
En el s IV Constantino reconoce el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano. Los cristianos, que vivían en la clandestinidad bajo tierra pudieron salir sin temor a la superficie. Sin embargo, estos continuaron desarrollando estas ciudades. En Goremme, que fue listado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en el año 1985 se creó un baluarte cristiano oculto a los ojos del mundo. Como ya mencioné en una entrada anterior los monasterios e iglesias de Goremme fueron primeramente el refugio de monjes y ascetas de Siria y Egipto que huían de la persecución romana, y, más adelante de las incursiones árabes y persas.
Se considera el primer monasterio del mundo cristiano con doscientas iglesias en el interior de sus cuevas. Siguiendo la idea difundida por San Basilio aquí se llevaba una vida solitaria, comunal y austera. Se creó una comunidad autosuficiente de monjes que habitó aquí hasta que llegaron los otomanos y que sentaron las bases de lo que hoy conocemos como vida monástica. Entre las cientos de iglesias y moradas de la zona destaca la Iglesia de la Serpiente, una catacumba cristiana. Sigue en pie por la multitud de muros de carga de su construcción. Decoradas con frescos más primitivos y otros más elaborados muestran a la perfección el avance de los artistas cristianos. La Iglesia Oscura es espectacular, con el mismo diseño arquitectónico que una catedral y decorado con detallados frescos basados en la vida de Jesús. Los frescos narraban las historias de la biblia para un público mayormente analfabeto, por ello eran tan importantes.
Ozkonak es la tercera ciudad excavada más grande de la Capadocia con una superficie de 1.600 metros y dos plantas y media. Era la versión antigua de un refugio anti aéreo con todo lo que se podía necesitar para sobrevivir durante meses. Los habitantes se ponían a resguardo rápidamente desde túneles excavados que comunicaban sus casas en la superficie con la ciudad subterránea de modo que cuando el invasor llegaba, encontraba las ciudades desiertas. Dentro hay pozos secos donde se acumulaba el agua, o pozos húmedos a donde llegaba el agua canalizada, lo cual era esencial. Además decenas de pozos de ventilación y reservas de comida para meses.
Los estrechos túneles y trampas defensivas servían de protección al frenar el avance enemigo ya que el hecho de que accedieran de uno en uno y encorvados los hacía muy vulnerables. Un sistema defensivo eficaz que los protegía era una gran piedra como una rueda de molino de una tonelada de peso que bloqueaba el acceso de las salas importantes, quedando encerrados al ejército invasor entre dos piedras. Así se sellaban túneles. Además, en algunas ciudades subterráneas las ondas de sonido permitían a través de unos conductos en la roca dar instrucciones. En la primera planta solía estar el establo, con sus comederos. Los habitantes en el segundo.
Derinkuyu tenía cabida para 10.000 personas. Excavada en siete plantas que alcanzan los cuarenta metros de profundidad, se sabe que los hititas antes que los cristianos ya habían excavado y vivido aquí, y estamos hablando del 1400 a.c. El pueblo troglodita de Uchisar, es presidido por una de las ciudadelas más antiguas del mundo. Su castillo de roca de 3.500 años de antigüedad y 150 metros de altura era una de las tres ciudadelas principales de la región, vital para la protección y defensa de sus habitantes. Y por ello el valle entero es recorrido por cuevas, túneles, estancias y pasadizos como si fuese una colmena.
Agirnas se asienta sobre otra ciudad subterránea de cinco pisos que se extiende a lo largo de 6 kilómetros. Aquí nació en 1489 el célebre arquitecto Mimar Sinán, quien parece tomó nota de las características de estas construcciones para adaptarlas a las suyas. Los elementos arquitectónicos como el sistema de triple arco, simple pero ingenioso, ya existía en esta ciudad antes de que él lo aplicase en sus bellas construcciones.
La que podría ser la ciudad más grande y sofisticada de la región está siendo actualmente excavada y se encuentra en Gaziemir. Se trata de un caravasar o área de descanso para los comerciantes de la ruta de la seda de 800 años de antigüedad. El pueblo estaba estratégicamente situado y viajeros de todo el mundo en busca de sustento y seguridad pagaban un buen precio por ello. En sus 4.500 metros cuadrados hay lugar para establos, fuentes, baños, comedores y habitaciones, guarnicioneros…etc. Todo ello aseguraba el confort en una ruta muy peligrosa. Ladrones, turcos-musulmanes que luchaban contra un debilitado imperio romano atacando a todo el mundo y además invasiones mongolas.
Las ciudades subterráneas conservan el oscuro y misterioso pasado de esta tierra de leyendas y se resisten a caer de nuevo en el olvido. Hoy, al igual que sus antepasados las cuevas vuelven a ser reutilizadas, aunque esta vez como hoteles para turistas.
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