Hay un proverbio turco que dice “el café debe ser negro como el infierno, fuerte como la muerte, dulce como el amor”

Posiblemente muchos de ustedes lo desconozcan, o piensen erróneamente que los orígenes de la cultura del café fueron italianos. Sin embargo, sus orígenes están en Etiopía, y fueron los musulmanes quienes, en el siglo XV, introdujeron el café en Persia, Egipto, Turquía y África septentrional.

 

Breve introducción

Sabían ustedes que Kiva Han fue la primera cafetería del mundo y que abrió sus puertas en 1475 en la entonces Constantinopla, donde ya en el siglo XV los cafés eran espacios de interacción social? Tras esta, cafeterías para diferentes gremios (comerciantes, jenízaros, bomberos, poetas populares y músicos) se extendieron por toda la ciudad, funcionando como espacios sociales, culturales y de entretenimiento, superando el número de 500 cafeterías entre los distritos de Beyazıt y Babıali en poco tiempo. En su gran mayoría, los clientes eran hombres, quienes conversaban durante horas o se embarcaban en largas partidas de ajedrez.
Sin embargo, el café no llegó a Europa hasta 1615, de la mano de los mercaderes venecianos que comerciaban y estaban establecidos en la colonia levantina de Bizancio. La llegada del café a Venecia en 1615 no estuvo exenta de polémica, fue condenado por el clero local por lo que el papa Clemente VIII tuvo que intervenir. Antes de tomar una decisión sin embargo, se decidió a probar la bebida por sí mismo, encontrándola tan reconfortante y satisfactoria que esta ¡recibió la aprobación papal!

A mediados del siglo XVIII en todas las ciudades europeas existían cafeterías. En Berlín la primera abrió en 1670. En París, en 1686 (café Procope). En Oxford abrió Queen’s Lane Coffee House en 1654. Y en Viena, la historia de las cafeterías comenzó con la batalla de Viena de 1683, cuando las vencidas tropas otomanas se batieron en retirada dejando todo tras de sí, incluido el avituallamiento del ejército entre los cuales estaban los preciados sacos de café (Actualmente los cafés de Viena son Patrimonio inmaterial de la humanidad).

Hecha esta necesaria introducción, sabed que esta entrada no trata del café como bebida, sino del Café como lugar de encuentro y espacio cultural, si bien es el primero el que hace posible lo segundo.
Así pues el “oro pardo” se convirtió en la bebida oficial del imperio otomano, aunque su consumo fue prohibido en numerosas ocasiones. De la importancia que el café alcanzó en la sociedad turca da idea el hecho de que negar el café a la esposa fuera motivo de divorcio, pues los hombres prometían a sus mujeres que este nunca les faltaría. El esplendor de los cafés turcos donde se ofrecían actuaciones y entretenimientos a mediados del siglo XVI quedó recogido en los cuadernos de viaje de los aventureros occidentales que visitaban la ciudad.

Estambul sin sus cafés es difícil de imaginar. Allí donde uno mire, en los lugares más insospechados, es posible encontrar un café. Estambul es también la ciudad del keyif, esa búsqueda consciente e indulgente del placer, del ocio y del solaz. Ese paréntesis en el que nos apeamos del mundo y saboreamos lo cotidiano, lo vemos pasar, o lo observamos a través de un prisma más sosegado que tanto bien hace al espíritu.

Todos los que hayan podido visitar la ciudad en varias ocasiones y se hayan movido por distritos menos turísticos estarán de acuerdo conmigo, en Estambul hay millares de cafés para todos los gustos y públicos. Para los que buscan un rato de solaz en un escenario propio de las mil y una noches, para los que buscan las mejores vistas, para los que esperan un toque de orientalismo en un ambiente moderno, para los que gustan de observar al público local en su ambiente, para los instagrammers. Hoy voy a hablar de algunos locales en los que el principal atractivo es, sin duda, su autenticidad, no busquéis en ellos mullidos sofás ni cojines de terciopelo, tampoco wifi ni por supuesto bebidas de moda porque en ellos probablemente no encontrareis nada parecido. De hecho, estos locales cuanto más auténticos más austeros suelen ser y ni la decoración, ni los detalles os seducirán. Porque los cafés en Turquía son algo serio. Son al igual que los pubs ingleses un lugar público de encuentro, el corazón de un barrio, el lugar donde debatir, reunirse y arreglar (o no) el mundo.

Los turcos los llaman kahves, y cabría esperar que por ello lo que más se sirva en ellos sea café, sin embargo hoy en día es el té (Çay) la bebida más consumida. El por qué hay que buscarlo la fundación de la república, el estado alentó el consumo de té para promover las plantaciones de té turcas y la economía nacional. Las preferencias populares se cambiaron al té, una bebida más barata y conveniente. Sin embargo, el café nunca desapareció de la vida de las personas.

También les llaman kiraathanes (me dijeron que la traducción es algo así como lugares de recitación) pero hoy en día no parece que este nombre tenga demasiado sentido. Estos lugares kiraathanes nacieron a partir del siglo XIX con un estilo ligeramente más europeo. En esa época, cuando los libros eran caros y pocos podían disponer de una biblioteca, aquellos que estaban interesados ​​en leer frecuentaban estos lugares que ofrecían la prensa y otros materiales de lectura al visitante de modo gratuito mientras consumían su té y café al tiempo que socializaban con personas que compartían las mismas ideas. Una especie de biblio-cafés ( y nosotros pensando que inventábamos algo…) Eran lugares frecuentados por comerciantes, poetas e intelectuales. Uno de los más famosos estaba ubicado en el famoso distrito de Vezneciler, cerca de la mezquita de Shezade, el “Ikbal Kiraathanesi”.

Decía que esta denominación parece que poco o nada se atiende ya a la realidad ya que en muchos de estos locales veréis que hay un lugar reservado para la consabida televisión, imprescindible cuando hay partido de futbol. Ese mismo lugar que en tiempos podría haber estado ocupado por los contadores de cuentos, o los músicos que el explorador francés Thevenot recogió en sus cuadernos de viaje; “Son lugares a los que pueden entrar toda clase de personas, sin distinción de religiones ni de rango social. No da la menor vergüenza penetrar en ellos o quedarse en la puerta para ver pasar a los viandantes. En estos kahvehanes hay violinistas, flautistas y otros músicos que con su arte atraen a la clientela”.

Recordemos solo que los kavhes que hoy en día perviven por toda la ciudad vienen de la dinastía otomana y de la tradición de reuniones sociales sin alcohol. Que los kahves son un lugar reservado al hombre, lo cual no significa que se excluya a las mujeres, pero antaño los lugares públicos estaban reservados al hombre y estos locales más tradicionales aún reflejan este tipo de regla no escrita. Allí los hombres siguen jugando a las cartas o al backgamon, y no se permite fumar tabaco. No existe la prisa, ni siquiera sabiendo que una consumición cuesta pocos céntimos de euro y que un tertuliano se puede quedar sentado toda la tarde…
Os dejo algunos de estos lugares por si queréis observar más de cerca esta tradición viva:

 

Eyüp

El turístico Café de Pierre Loti se encuentra en lo más alto del antiguo cementerio de Eyüp. Contrariamente a los que los visitantes creen, el auténtico café, que homenajea al famoso escritor del s. XIX no es exactamente el lugar donde casi con toda seguridad os sentareis, la gran terraza con mesas que sobrevuela el Cuerno de Oro. El café queda algo menos expuesto. Buscadlo, los visitantes se suelen quedar solo en la terraza y les pasa desapercibido. Pero si vais, al menos asomad la nariz.

Solía ser el Rabia Kadin Kahvesi cuando Loti lo frecuentaba allá por 1876 siendo oficial naval. También aquí se supone se inspiró y escribió su novela autobiográfica Aziyadé, donde narraba su historia de amor prohibido con una joven circasiana que pertenecía al harem de un comerciante. El café se volvió a abrir en 1964, por Sabiha Tansug, una notable etnógrafa y desde entonces ha permanecido abierto.

 

Sultanahmed | Gran Bazar

Dentro del más famoso bazar del mundo hay numerosos cafés, en la zona comercial de tiendas  y en los patios gremiales interiores que lo cruzan. Os paso algunos de ellos por si os cansáis de tiendas y os apetece investigar.

Çukur Han, en Yağlıkçılar Cadessi
Kalcilar Han, en Mahmutpaa Kapisi

Vefa

Vefa Bozacisi, en Vefa Cad 66

Data de 1876 y en honor a la verdad, aquí no se sirve ni té ni café pero el lugar hace honor en espíritu a lo que hemos explicado antes. Que pedir entonces? Boza en invierno, y Sira en verano, más ligero y refrescante.

 

Beyoglu

Mandabatmaz, en Asmalı Mescit Mahallesi, Olivia Gecidi No: 1/A (cerca de Istiklal)

Ubicada junto a la principal calle comercial de Beyoglu, Istiklal Caddesi, lleva abierto desde 1967 y siempre ha estado regentado y atendido por la misma familia, probablemente esta sea la razón principal de su éxito. Si se deciden a probar el café turco, les aconsejo que lo hagan aquí, el lugar perfecto para una experiencia auténtica con la cafeína. Gente muy amable y negocio tradicional. Mandabataz es un favorito local y solo se sirve verdadero y auténtico kahve turco y té negro también turco. No es la típica pequeña cafetería de los vecindarios más populares pero está a mundos de distancia de las típicas cafeterías modernas que también hay en la ciudad.

Pasaje Hazoppoulo, un pasaje histórico de más de 150 años de antigüedad lleno de antiguas tiendas y artesanos. En su interior hay varias cafeterías y teterías, muy populares entre los intelectuales turcos y los estudiantes, y, también entre los turistas que buscan un momento sosegado en este oasis sombreado.

 

Islas Príncipe

Hotel Splendid Palace. 23 Nisan Cadesi 39, Büyükada

El Splendid Palace en Büyükada (Islas Príncipe) inaugurado en 1908 es uno de los hoteles con más ambiente de la isla, podréis disfruta de la brisa marina en su terraza y mirar el tráfico de los transbordadores trayendo y llevando viajeros desde la terminal del muelle.

 

Süleymaniye

Mimar Sinan Teras Café, en Fetva Yokusu 34

Subiendo bastantes tramos de escalera a través de habitaciones extrañas y kitsch el Mimar Sinan Teras Café tiene una de las vistas más espectaculares de la ciudad. Esta terraza refugio de estudiantes junto a la mezquita de Süleymaniye, cerca de la tumba del gran arquitecto Sinan es el lugar ideal para contemplar la puesta de sol.