Una muestra más del inagotable y a la vez apabullante patrimonio artístico y monumental de la India, son los templos eróticos de Khajuraho, en el estado de Madya Pradesh, uno de los puntos culminantes de la arquitectura y escultura indostaníes de todos los tiempos.
Estos templos, de los que quedan perfectamente conservados y en pie unos 22, de los ochenta originarios, son del período culminante de la dinastía Chandella, (s. X y XI) y fueron inscritos como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 1986. Su nombre por lo visto viene de la abundancia en la zona de khajur o palmeras datileras.
Estos templos, permanecieron olvidados y cubiertos por la maleza durante más de 700 años, cuando fueron redescubiertos para el mundo por el capitán I.S. Burt en 1838. Como suele ocurrir en este y otros muchos casos (Egipto, Angkor, etc) todos los lugareños sabían que estaban ahí, pero tuvo que venir el occidental de turno a certificarlo y a ponerse la medalla, ejem!
Se piensa que pudieron salvarse del saqueo mogol por su considerable distancia del Ganges y su aislamiento de cualquier ciudad de importancia donde estuviese justificado construir semejante complejo, este no es un sitio muy común. De hecho, hoy día Khajuraho apenas tiene una población de escasos 15.000 habitantes.
Todo el recinto se encuentra perfectamente cuidado, y, no deja de ser una grata sorpresa para nosotros, pues si como apuntaba antes, es bien cierto que India posee un patrimonio monumental inagotable, no es menos cierto, que se encuentra en muchos casos en unas condiciones deplorables, sin ningún tipo de mantenimiento, ni de control, con lo cual, el expolio sistemático de templos y palacios siendo este un país donde acucia la necesidad está a la orden del día.
Los templos que aquí contemplamos son de dos religiones distintas, hinduistas en el grupo oeste, y jainistas en el lado este, pero su tipología arquitectónica es muy similar. Son templos de piedra arenisca cuyas fachadas se hayan por entero talladas y su cúpula rematada por una sikhara.
Los más importantes son los del lado oeste, y tienen entre ellos el mismo patrón arquitectónico, recordándonos a una montaña puntiaguda, que, ciertamente tiene relación con el monte Meru, la mítica montaña sagrada del Himalaya, que, para el hinduismo es la morada del dios Shiva, y es sagrado para los tibetanos (monte Kailash actual, una de las únicas montañas del Himalaya que por respeto a esta creencia de sacralidad sigue sin ser coronada).
Se hallan construidos sobre plataformas elevadas y en su exterior se encuentran por completo esculpidos con motivos principalmente eróticos, que simbolizan la fertilidad y la recreación del mundo, dedicados a Shiva y Vishnú, pero también hay representadas escenas de la vida en la corte, dioses y diosas en hornacinas, bellas bailarinas o apsaras luciendo una explícita sexualidad, y criaturas divinas y mitológicas, todo ello con figuras de gran expresividad y riqueza de detalles…Lo cierto es que en ellos la decoración se encuentra más que nada en el exterior, ya que el interior suele ser más simple y con menos ornamentos.
De todos ellos, la temática erótica es monotema sólo en el Kandarya Mahadeva, el Jagadambi, el Laksman y el templo de Vishwanata, con un surtido repertorio de escenas sexuales, orgías, y zoofilias diversas, que, tienden a ser malinterpretadas por casi todo el mundo. Explicadas como si fuesen escenas de comic por nuestro experimentado guía resultaban muy divertidas y llenas de moralejas y enseñanzas morales.
Por supuesto hay muchas leyendas que pretenden dar una respuesta al porqué de esta decoración tan sensual, una de ellas, muy brevemente dice que:
“En un arrebato de pasión, el dios de la luna sedujo a varias chicas hermosas con las que durante una noche practicó sexo en todas sus variantes. Uno de los niños que nacieron fruto de aquellas noches de lujuria fue Chandraverman, el fundador de la propia dinastía Chandella, que en sueños recibió la revelación de construir un templo ilustrado con todas las escenas eróticas de aquella noche memorable.”
Dentro del grupo de templos jainistas destacan dos: el templo de Parsvanatha y el de Adinatha, donde se sigue practicando el culto, y, que podemos visitar siempre que no llevemos ninguna prenda de piel.
Como sabéis los jainistas preservan hasta niveles que nos pueden resultar absurdos la vida de cualquier ser vivo, son estrictamente vegetarianos y, incluso muchos de ellos llevan mascarillas para evitar tragarse por error o despiste algún pequeño insecto. Un día de estos dedicaré un artículo a esta reigión porque es muy curiosa y os hablaré de un hospital de animales jainista de lo más peculiar, el Pinjarapala.
En fin, que la visita de los templos fue estupenda, y, la visita que hicimos por la tarde a la aldea, excepcional, visitamos la escuela y estuvimos charlando con los profesores, y nos vinimos todos encantados.
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2 Comments
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Totalmente de acuerdo la explicación del guía fue interesante, recuerdo perfectamente la visita al colegio, ¿fue allí donde compramos los elefantes?. Saludos
Sí, en aquella cueva de Alí-Babá..