Kyaiktiyo_32En el estado mon, a unos doscientos kilómetros de Yangón encontramos el segundo de los lugares de peregrinaje budista más sagrados de Birmania. Llegar hasta lo alto del Monte Kyaiktiyo, donde encontraremos la peculiar Roca Dorada, es adentrarse en la vida rural del país, atravesar pequeñas poblaciones que jalonan la arteria principal del estado, una carretera de sentido único, compartida por toda clase de vehículos y tráfico rodado, de tracción tanto animal, como humana. Es encontrar campesinos trabajando en los campos de arroz, y pequeñas casas  de bambú construidas sobre pilotes y techadas de hoja de palmera diseminadas en el paisaje.

Toda esta región está formada por un largo istmo entre el Mar de Andamán y Tailandia, y, en general es bastante desconocida para los foráneos.

El acceso hasta la plataforma donde descansa la Golden Rock, es considerado parte del peregrinaje, y desde el campo base de Kin Pun, donde comienza el trekking hay que caminar unos once kilómetros que salvan un desnivel de más de mil metros.

Entrada al santuario de KyaiktiyoLa primera parte del recorrido la podemos hacer subidos en lo alto de un pick up del gobierno, el cual asciende por una estrecha vía pavimentada y serpenteante,  y el resto del camino, una hora más o menos de caminata, ya no hay otra que hacerlo por los propios medios. El acceso no es fácil, como todas las cosas que merecen la pena en este mundo, pero os aseguro que el esfuerzo merece la pena.

La presencia de la Roca Dorada, es explicada por supuesto con una leyenda que dice que el Buda, en una de sus visitas entregó un mechón de su cabello a un ermitaño llamado Taik Tha, quien se puso a buscar  una roca con la forma de su cabeza para consagrar en ella la reliquia. Ayudado por un rey que tenía poderes sobrenaturales localizaron la roca en el fondo del mar y vieron en Kyaiktiyo el lugar perfecto donde emplazar la roca de siete metros en lo alto de la cual se encuentra la pequeña estupa que desde entonces contiene la reliquia en su interior. Así mismo, se piensa que es el poder de la reliquia el que impide a la roca precipitarse monte abajo. El barco en el que se trasladó la roca se convirtió en otra roca, que también podemos ver allí, conocida como Kyaukthanban (literalmente “estupa de piedra de barco”). Lo cierto es que es inevitable pensar cómo la roca, sobre otra roca, y, en pendiente, no cae. Esto es debido a causas humanas o divinas, es algo que no vamos a descubrir por más que la miremos y remiremos, así, que tendremos que creer en el poder de la reliquia, después de todo.

Rezando en KyaiktiyoLa temporada de peregrinaje coincide con el final del monzón, (noviembre a marzo) entonces gentes de todas partes del país, y budistas de otros países cercanos, suben al santuario. El ambiente es recogido y lleno de espiritualidad. Niños monjes pasan a nuestro lado, los peregrinos hacen ofrendas, el incienso arde y eleva sus fragantes volutas sobre los presentes que rezan en dirección a la roca y pequeñas campanillas son agitadas por el viento que nos trae sonidos de cánticos desde los monasterios de alrededor. Los devotos rezan durante toda la noche, algunos recogidos en pequeños santuarios anexos a la roca y las velas alumbran las estancias. Estamos ante un paisaje montañoso totalmente abierto y lleno de vegetación frondosa y virgen, y uno se  llena los pulmones y el pensamiento con este aire tan puro. El ambiente es estupendo, y es fácil dejarte atrapar por él y por la devoción que se respira a pesar de no ser budista, porque es algo que flota y se respira en el aire. Ver el atardecer y el amanecer en la roca es una experiencia inolvidable pues sin duda es uno de esos lugares  curiosos que igual que ocurre con la pagoda Shwedagon, son difíciles de olvidar.

 

 


 

Ana Morales

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