A unos once kilómetros de Erfoud por la carretera de Rissani que nos lleva al desierto del Erg Chebbi, en Marruecos, se encuentra el Museo Tahiri.
Si hay algo que uno no se espera encontrar de camino al desierto, en esta parte del país caracterizada por pequeñas y rústicas poblaciones, es, precisamente un museo. Sin embargo, no dejo de pensar que se encuentra precisamente en el lugar idóneo, pues el Museo Tahiri está especializado en la riquísima geología de esta zona, exhibiendo una pequeña colección privada de fósiles y minerales.

Desde el exterior, uno no imaginaría que este edificio anodino en medio de un erial, que usa varias réplicas bastante rudimentarias de dinosaurios como reclamo, albergue una pequeña pero nutrida colección de fósiles y minerales marroquíes.

No es un museo al uso, seguro que lo suponen. Es un edificio bajo de una planta compartimentada en el que se expone todo.  Y, por supuesto una tienda muy bien surtida de minerales y fósiles de la zona. Tanto piedras en bruto como pulidas y trabajadas para formar parte de elementos de uso común o decoración.

Déjense guiar por Azzeddine Khyaoui, que en este breve recorrido sabe muy bien como despertar nuestro interés y poner en valor las piezas de las distintas etapas geológicas que veremos. Un viaje en el tiempo que conseguirá despertar el interés de los más pequeños.

 

Datos de la evolución geológica del Sahara

Azzeddine les explicará cómo hace más de 60 millones de años las finas arenas que ahora pisamos eran un vasto océano, el conocido como Mar de Thetys. Toda la costa norte de África estaba completamente inundada, y una gran masa de agua que fluía desde la costa de la actual Argelia hasta el sur de Nigeria dividía en dos el continente africano. Esta vía de agua, conocida como “la vía marítima Transahariana”, fue el hogar de algunas de las criaturas marinas más grandes de la historia, y se dice incluso que sirvió como refugio para la vida marítima durante las dos últimas grandes extinciones de la Tierra, aunque su profundidad no excedía los 50 metros.

Hace cerca de 55 millones de años se produjo un aumento de las temperaturas de 6º C, sin que se sepa a ciencia cierta qué lo provocó. Lenta pero constantemente, este enorme mar que se extendía hasta el sur de Nigeria, se secó. El antiguo mar dio paso a una exuberante y verde selva poblada por todo tipo de animales salvajes, etapa que conocemos como “el Sahara verde”.

Pero el clima está en constante evolución y, un nuevo y drástico cambio climático congeló el hemisferio norte en su práctica totalidad, borrando de la faz de la tierra todos los climas selváticos como el que se daba en esta región sahariana. Cuando esta glaciación llegó a su fin, hace unos 12.000 años, y el hielo se retiró de vuelta hacia los polos, el Sahara volvió a ser un lugar lleno de vida. Aunque su aspecto ya no era selvático, sino más parecido al de las sabanas de acacias en Kenia o Tanzania, con importantes reservas de agua y lluvias veinte veces más intensas que las que tiene en la actualidad. Todo esto era posible porque los vientos estacionales monzones, traían lluvias cíclicas que mantenían fértil la tierra.

Los restos fósiles encontrados han corroborado esta teoría, así como diferentes pinturas rupestres halladas en Libia, que muestran series de animales completamente incompatibles con el clima actual del enorme desierto, pero muy comunes en las regiones de sabana.

Por último, ya hace “tan sólo” 5.000 años comenzó el proceso de desertificación. Se desconocen las causas, pero se inició un proceso que, en siglos, (y, ya no hablamos de tanto tiempo si consideramos que comenzamos hablando de millones de años atrás), transformó este vergel de la naturaleza en lo que hoy conocemos como el desierto del Sahara, de 9,5 millones de kilómetros cuadrados.

 

Erfoud, epicentro del comercio mundial de fósiles

Erfoud es famoso por sus múltiples «canteras de fósiles», que contienen ejemplares de una variedad increíble. Por eso encontrareis muchos sitios donde adquirirlos, y os los ofrecerán a lo largo de vuestro recorrido. En cualquier aldea veréis expositores llenos de hallazgos encontrados por los lugareños. También puestos en la carretera. Pequeños talleres donde se corta y talla la piedra. En los puntos de descanso como gasolineras, restaurantes, allá donde haya oportunidad veréis venta de minerales y de aceite de argán. Incluso ancianos que aparecen de repente en medio del campo con su chilaba y su bastón y que llevan una bolsa llena de geodas (naturales y teñidas de vivos colores) y fósiles comunes.
Marruecos es el epicentro mundial del mercado de compra y venta de fósiles. Casi 20.000 familias viven de la explotación de fósiles.

En casa somos aficionados por ello este viaje tenía un especial interés para nosotros. Marruecos tiene amplios afloramientos del Cámbrico, el Ordovícico, el Silúrico y el Devónico, periodos geológicos que abarcan desde hace 540 millones de años a 350 millones de años atrás. El hecho de que no haya capa de vegetación que atravesar para su excavación convierte a esta zona de Marruecos en uno de los mejores lugares del mundo para encontrar fósiles.

La “zona gris” de esta abundancia paleontológica es la falta de regulación para el comercio y exportación de los mismos. Los más espectaculares no los podréis llevar a casa, entre otras cosas porque técnicamente el comercio exterior de fósiles y objetos de valor antológico o arqueológico está prohibido. Pero piezas más abundantes que las hay  a millones, no presentan problema porque como antes os decía, muchas familias viven de ello. En cualquier caso, lo mejor que podéis hacer es informaros bien antes para evitar quedaros con un mal sabor de boca al regreso. Nosotros compramos varios minerales y un par de fósiles y no tuvimos ningún problema. Ni en el aeropuerto en Marruecos, ni por supuesto en España.

El recorrido por el museo comienza con la vida oceánica más temprana. La parte delantera del edificio es una colección privada de algunos de los mejores fósiles y minerales encontrados en esta parte de Marruecos. Amplia gama de fósiles de trilobites que, sorprendentemente tenían espinas y antenas intactas. La mitad del edificio es una tienda de fósiles y minerales. Una especie de edén para los coleccionistas de fósiles y minerales, y, una oportunidad de oro para ampliar vuestra colección con alguna pieza especial recuerdo de vuestro paso por esta inolvidable tierra. Los precios en el museo son más elevados que en otros lugares, por ello os recomiendo parar a curiosear y comprar cuando tengáis la oportunidad a lo largo del camino.

Por último, respecto a los minerales, comentar que si bien Marruecos es quizás mejor conocido por las vanadinitas de alta calidad que se originan allí, el país también produce increíbles azuritas, cerusitas, eritritas, apatitas, titanitas, calcitas, magnetitas, granates wulfenitas, acantitas y muchos otros minerales.