En el sinuoso recorrido que hay desde Marrakech hacia el desierto de Erg Chebbi, el paisaje se torna cada vez más árido y montañoso. A medida que nos acercamos a las laderas del Gran Atlas, o en los valles pre-saharianos, se suceden las pequeñas poblaciones tradicionales, establecidas al abrigo de pequeños valles y cerca de los cauces de los ríos que descienden de la gran cordillera del Atlas.

Construcciones adaptadas al medio

En estos oasis, la ancestral cultura bereber ha perpetuado un modo de construir lógico, económico, y totalmente adaptado a las condiciones del medio en el que viven. Es decir, basado en la utilización exclusiva de los materiales que se encuentran fácilmente accesibles en el entorno: la tierra y las palmeras.

Al sur del Atlas marroquí, la arquitectura civil y los conjuntos formados por esta arquitectura de tierra rojiza y ocre, se confunden con el propio paisaje en una total simbiosis, ofreciéndonos imágenes de gran belleza y exotismo, sobre todo a los ojos que no estamos acostumbrados a disfrutar de este paisaje.

Son construcciones irregulares, generalmente de una sola planta, cuadradas o rectangulares, con techumbres de materiales autóctonos que se han de ir reponiendo y renovando cada cierto tiempo. Ciudades que se mimetizan con el paisaje. Construcciones sencillas que parecen hechas por la mano de un niño que jugase con la arena, en las que suele sobresalir la torre de la mezquita, y, en muchos, casos las torres de antiguas fortalezas semiderruidas.

Son las construcciones en tierra pisada o tapial, generalmente englobadas bajo la denominación común, aunque poco precisa, de kasbas. Aunque nos sorprendan por su singularidad, hay que recordar que en la era de las construcciones de acero y cristal, un tercio de la humanidad sigue viviendo en edificios construidos total o parcialmente con tierra, siguiendo técnicas muy variadas según las regiones. A su vez, representan el 20% de los sitios culturales protegidos por la UNESCO.

Si consideramos que la población de nuestro planeta excede los 8.000 millones eso significa que 2.400 millones de personas viven en viviendas de barro.

Las razones son obvias, el barro es un material próximo y disponible. Su uso evita el transporte de materiales de construcción, siendo, por ende, barato. Por último, y los ecologistas estarán de acuerdo en esto, el barro tiene excelentes propiedades termorreguladoras, protegiendo del calor en verano, y del frío en invierno. Además, su construcción y mantenimiento contribuyen a generar cohesión social.

La letra pequeña es que perduran en muchos casos a duras penas, pues si algo es cierto es que estas construcciones necesitan de un mantenimiento estacional para no desmoronarse. Piensen en las famosas construcciones de Tombuctú, en Mali, por ejemplo, la Mezquita de Al Yannah (S.XIV) que es muy representativa. Cada año, tras el monzón, es necesario remozar las fachadas y reponer el barro que se ha llevado el agua. Y lo hacen, encaramados en andamios de madera, los propios vecinos.

 

Las Kasbas y los Ksour

Las kasbas propiamente dichas vienen a ser fortificaciones para la habitación de un señor rodeado de su clan y aislado de los vasallos. La kasba sería, por tanto, el equivalente a una fortaleza o castillo.

Concebido como construcción fortificada para soportar la inseguridad de una ubicación generalmente aislada (al menos cuando se construyó) fundamentalmente estuvieron formadas por un simple recinto con torres en los cuatro ángulos, y un patio de ventilación central, siendo posteriormente ampliadas con nuevos espacios complementarios.

La mayor parte de las kasbas que responden a este esquema están situadas en el valle del Dades, entre Tinerhir y Ouarzazate. Eran zonas de cruce de caminos y caravanas, especialmente peligrosas para pernoctar al raso.

Se encuentran también después de esta ciudad hacia Taddat, subiendo el impresionante alto de Tizi-n-Tichka en la comarca de Tafilat, (cerca de Erfoud), en el valle del Ziz, y hacia Zagora, en el valle del Draa. No puedo dejar de recomendarles la visita de la kasbah de Amridil. Me sorprendió muy mucho. Tuvimos la oportunidad de hacer una visita guiada con un guía encantador que nos fue contando todos los detalles y curiosidades del lugar. No me extiendo mucho más sobre ello porque se merece una entrada por sí misma.

Además, tenemos los Ksour. (Ksar en singular)

Por su aspecto de núcleo urbano (cuando tienen añadido un núcleo de población), no siempre es fácil distinguir la kasbah del ksar, que es otra de las modalidades constructivas de esta región. Un ksar no es otra cosa que un poblado amurallado. Y en ellos no hay un palacio o alcazaba propiamente dichos. Se crearon por la necesidad de dar cobijo y protección a un clan familiar organizado en tomo a una familia poderosa.

El elemento siempre presente son los altos muros construidos de tapial, con las 4 torres o atalayas. El plano del conjunto tiende al paralelogramo, y la red de calles a la retícula, las casas se desarrollan en torno a un patio central. Los valles del Ziz, Dades y Draa están jalonados por numerosos de estos ksour. Uno de los ksar más conocidos y el más grande en el valle del Zis se denomina Maadid. Está habitado por 216 familias en la actualidad.

Nuestro guía nos explicó como la gente abandonaba este tipo de viviendas por la falta de servicios básicos y la presencia no deseable de insectos y alimañas. Carencia de servicios básicos como la electricidad y el agua corriente, difíciles de imponer a nadie en nuestros tiempos por muy apegados que estén a estos tradicionales espacios.

 

Los Tighrem

El tighrem estaría en la línea evolutiva de lo que pudieron ser antiguamente las villas romanas y posteriormente las almunias hispano-árabes, protegidas por al menos una torre. Su ubicación en descampado, al igual que aquellos precedentes constructivos, apelan a la necesidad de protección, generando una solución y formas que le son distintivas por ser propias.

Por lo tanto, podemos decir que son casas rurales fortificadas.

Se pueden resumir en tres grandes categorías: el tighrem aislado, una pequeña granja fortificada, a menudo situada dentro del oasis o en las inmediaciones. El gran tighrem, a menudo expresión del poder del Cadí, colocado en terreno elevado para dominar el territorio y demostrar su fuerza y poder. Y por último los llamados “hogares dominantes” ubicados dentro de un ksar.

El tighrem original presenta una planta cuadrada característica y tiene varios pisos de altura, con techo adosado. Tiene cuatro esbeltas torres esquineras ricamente decoradas con motivos geométricos y simbólicos que también tienen una función estructural. La evolución del tighrem tradicional resta importancia a las torres y da paso a un espacio más funcional adaptado a las nuevas necesidades residenciales. En las fases finales de esta evolución, las torres desaparecen por completo.

Para terminar, y a modo de reflexión, cabe preguntarse qué le deparará el futuro a este tipo de construcciones. Y en esto, como siempre, el turismo juega un papel muy importante.

Sí, el contacto con el exterior en estos valles llega a través de los turistas, que abundan en esta zona por las rutas senderistas y los recorridos que terminan en el desierto. También por los hijos que inmigraron hacia Europa o hacia la ciudad y que regresan trayendo consigo nuevas costumbres y signos de riqueza cada verano. Y, por supuesto, por la televisión. A pesar de la pobreza, de las calles de polvo, y de las construcciones de barro, tampoco aquí faltan las antenas parabólicas. Pudimos constatar este mismo hecho hace algunos años en nuestro crucero por el Nilo. Las casas de adobe estaban a medio terminar o semiderruidas en muchos casos, pero en ninguna faltaban las antenas parabólicas. Una paradoja que en estas pequeñas viviendas sin agua corriente y donde la vida se hace sobre esteras y con lo que da la tierra y los animales domésticos, las ondas de la tecnología audiovisual les muestren una sociedad del bienestar y un consumismo que no tiene cabida en esta cultura.

La pregunta es si el encuentro entre la cultura tradicional y las nuevas necesidades constructivas que trae el sector turístico preservarán las relaciones tradicionales de identidad, y cómo estas identidades pueden protegerse y preservarse.