Saliendo del Grand Socco desde la Grand Place surge en una calle sinuosa (rue Salah Eddine et Ayoubi) un edificio del que muchas veces habíamos escuchado hablar, no sin cierta nostalgia pero también con frustración a partes iguales tanto por tangerinos como por aquellos que alguna vez tuvieron vinculación con la ciudad. Se trata del antaño mayor teatro de África, el Gran Teatro Cervantes de Tánger.

cartel_teatroLo cierto es que sin haberlo conocido en su apogeo, es difícil de imaginar la gloria que pudo alcanzar más de cien años después de su construcción y prácticamente en ruinas. Sin embargo, el total abandono el que fuera un icono de la cultura hispánica y el edifico modernista más importante de la ciudad, cuanto menos, produce un sentimiento de pérdida. No es el primer edificio histórico que veremos pidiendo a gritos atención y que muere lentamente sin que ninguna institución haga nada al respecto.

Fue inaugurado en 1913, dos años después del inicio de su construcción con el patrocinio de la pareja formada por la sevillana Esperanza Orellana y su marido Manuel Peña en los terrenos heredados por ella de su tío. En el que fue entendido como el edificio más monumental de su época se combinaron todas las artesanías; forja, cerámica, piedra artificial; escultura y la pintura de Federico Ribera. La pareja no escatimó esfuerzos ni fondos en este sueño patriótico, invirtiendo una gran parte de su fortuna, (setecientas cincuenta mil pesetas de la época), para pronto constatar que a pesar de la gran inversión, de su merecida fama, y del paso de las más rutilantes estrellas de la época por su escenario, el teatro no se autofinanciaba.
El Teatro Cervantes tuvo su época de oro durante los años veinte, en los años cincuenta su repertorio era mucho más popular, y la última vez que abrió sus puertas fue para una exposición fotográfica en 1993, desde entonces ha permanecido cerrado y en régimen de arrendamiento por el estado español al Ayuntamiento de Tánger por la renta simbólica de 1 dirham. La situación no ha hecho sino ir empeorando. A pesar del surgimiento de diversas iniciativas a ambos lado del estrecho para recuperarlo, ninguna ha tenido un respaldo institucional y definitivo hasta ahora.

Los primeros pasos para su restauración se dieron en 2006, cuando el Ministerio de Cultura de España y de Marruecos firmaron un convenio para destinar el edificio a usos culturales. Gracias a esto parece que el edificio aún continúa en pie. No obstante, actualmente sigue en estado de abandono y se puede observar que es habitado por mendigos y personas sin hogar, que hacen a la vez de guardianes improvisados del mismo y que por una pequeña propina, te cuelan y hacen un tour guiado hacia su calamitoso interior.


Y es que, a pesar de que el Gobierno español se comprometió a restaurarlo, el proyecto no ha podido concretarse. En 2011, dos iniciativas paralelas propusieron recuperarlo, uno que nace desde una fundación española y otra desde una asociación de estudiantes marroquíes. La primera, promovida desde España por la Fundación Baile de Civilizaciones contaba con apoyo institucional, y pretendía convertir el teatro en su sede y en un «centro de innovación escénica del Mediterráneo». Los segundos, organizados como ONG llamada “Sostener lo que se cae”, son originarios de Tánger y colaboran con grupos de teatro y artísticos de la zona. De ambiciones más modestas, su objetivo no es retornar la gloria del teatro tal cual estaba en 1913, con un coste estimado de rehabilitación inasumible de 5 millones de euros, sino “habilitarlo”, es decir, dotar a la estructura del mínimo arreglo imprescindible para que no se continúe deteriorando y pueda de nuevo ser usada con seguridad. La idea es que se convierta en un centro de gestión cultural ciudadana que dé cobijo a la incipiente vida artística tangerina, carente de espacios en una ciudad invadida por el turismo y el impulso económico del TangerMed. Esta iniciativa, la más elaborada culturalmente, no contaba con un plan de viabilidad económica que la sustentase.

Desde diciembre de 2015 España negocia con Marruecos la cesión del edificio, y parece que las negociaciones están muy avanzadas. España lo cederá gratuitamente a cambio del compromiso de restauración y uso como centro cultural por parte del país vecino. Esperamos y deseamos que todo llegue a un buen término para que esta parte del patrimonio y la historia de la ciudad dejen de desmoronarse. Y quien sabe si tras este, otros edificios culturales como el de los céntricos cines Alcázar, en la calle Italia, inaugurado en la misma época como teatro y en similares condiciones de conservación, puedan también recuperarse y reabrir. He escuchado que se habla de la posibilidad de destinarlo a una Casa de Juventud para esta zona.

Foto de portada: Cuadro «Noche en el teatro Cervantes de Tánger», obra de la pintora Consuelo Hernández.