“Quien olvida su historia está condenado a repetirla”. Esta frase del filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana está escrita en la entrada del bloque número 4 del campo de exterminio de Auschwitz.

Escribo hoy esta entrada sin más ambición que la de aportar mi humilde granito de arena ante el olvido. Para que no perdamos colectivamente la memoria o lleguemos a dudar un día de si esto realmente pasó. Lo ocurrido contra diversas minorías, pero muy especialmente contra los judíos durante la dictadura nazi en la segunda guerra mundial es de tal magnitud y es tan espeluznante que creo que toda difusión es poca, especialmente para que las generaciones venideras, a las que todo esto les caerá aún más lejano, sepan de lo que el ser humano es capaz.

He estado dos veces en Cracovia, esta segunda vez, por unanimidad, las personas con las que viajaba querían visitar Auschwitz, y, tengo que decir, que, si bien antes no me lo había planteado, esta vez me pareció una buena idea. Reconozco que la visita al barrio judío en mi anterior viaje hace cosa de dos años, fue la responsable de este cambio de idea porque me impresionó profundamente, pero sobre todo porque me puso en contacto con una historia que solo conocía a través de documentales, libro de texto y películas.

Para visitar Auschwitz desde Cracovia, lo primero que tenéis que saber es que hay que desplazarse a unos setenta kilómetros por carreteras que van bordeando tranquilas poblaciones por lo que se hace un poco largo para lo cerca que en realidad está.

Aconsejo que la visita de Auschwitz se haga acompañado de un guía que os irá explicando lo que de otro modo no veríais, aunque, obviamente hay muchas cosas para las que sobran las palabras y que no necesitan de mayores explicaciones, como una urna con las simbólicas cenizas de los exterminados en la sala 1, o un mapa con las cifras de deportados y el origen de los que fueron trasladados a Auschwitz.

 

La historia dentro de la historia: creación de Auschwitz I

Merece la pena recordar que desde que el tercer Reich llego al poder en 1933, se construyeron numerosos campos de concentración en todo el territorio alemán. En septiembre de 1939 Alemania atacó y sometió a Polonia y sus territorios fueron repartidos entre Alemania y la Unión soviética. Una parte del país, la central, fue anexionada al Tercer Reich, incluidos los terrenos de la ciudad de Oswieçim (nombre cambiado por el de Auschwitz) y los terrenos orientales de Polonia, se anexionaron a la Unión soviética.

Auschwitz se comenzó a usar como campo de concentración en 1940 y se abrió como museo en 1947. Para su creación se aprovecharon unas instalaciones estatales militares polacas en desuso que ya estaban construidas y que estaban muy bien comunicadas por un conveniente nudo ferroviario que quedaba en las inmediaciones.

Abarca una superficie total de casi 200 hectáreas: 20 hectáreas (Auschwitz I), 175 hectáreas (Auschwitz II o Birkenau) y Auschwitz III-Monowitz, cuyos 12.000 prisioneros trabajaban en la fábrica de caucho sintético IG Farben, que colaboraba con las SS.

Auschwitz I se componía entonces de 20 barracones de ladrillo que se fueron adaptando a las necesidades del campo. Los presos construyeron otros 8 edificios más. Aquí se encontraba la comandancia general de las SS y la administración de las empresas de las SS, que explotaban la mano de obra barata de los presos. Su famosa puerta de acceso con el lema “el trabajo os hará libres” era atravesada por los presos dos veces al día para acudir a durísimas jornadas de trabajo que algunos no resistían.

Los primeros “inquilinos” del campo fueron presos militares polacos y elementos considerados “indeseables” por el régimen nazi: opositores políticos, dirigentes sociales o espirituales, judíos, homosexuales alemanes, testigos de Jehová, criminales, así como familias enteras provenientes de la región de Zamojszczyzna a los que desalojaron para repoblar con colonos alemanes. El número de polacos arrestados por cualquier causa era tan alto que las cárceles estaban sobresaturadas y de ahí la creación de campos de trabajo.

Con el paso del tiempo también llegaron reclusos de otros países ocupados y prisioneros de guerra soviéticos.  Desde 1942 también judíos procedentes de deportaciones masivas desde toda Europa que eran enviados aquí para su exterminio, o muchos al horrible destino de cobaya humana para los experimentos médicos de las SS. Tres de cada cuatro personas eran directamente enviadas a las cámaras de gas tras su llegada al campo, y de ellos no quedan ni si quiera registros porque solo se registraba a los aptos para el trabajo.

Tras la explosión de la Segunda guerra mundial estas instalaciones proliferaron en todos los territorios que Alemania iba ocupando. Auschwitz se convirtió en el mayor de ellos y tristemente, llegó a ser el mayor campo de exterminio masivo de la población judía de la Alemania nazi.

Para los que lo visitéis, os puedo decir que está tal cual se abandonó una vez Alemania fue derrotada y el ejército rojo liberó el campo en 1945.

Meses antes de la huida, y, cuando la contienda ya parecía perdida, los alemanes empezaron a borrar las pruebas de sus crímenes, quemando registros y almacenes donde se guardaban los objetos personales confiscados a las víctimas e incrementando su actividad de exterminio. Finalmente volaron por los aires las cámaras de gas.

 

La visita

Bloque 4

En una sala veréis centenares de latas de Zyklon B, el veneno usado para el asesinato masivo en las cámaras de gas. También veréis una maqueta de una de esas cámaras. En el mismo bloque número 4 encontrareis otra estremecedora muestra de la barbarie cometida: en otra sala y protegido por un cristal, veréis dos toneladas de pelo humano femenino, que se vendía, e incluso una tela de crin de cabello humano. El cabello se usaba como materia prima industrial, a partir de ellos se fabricaban tejidos y fieltro. Os podéis imaginar que el resto de posesiones de valor también expoliadas eran bien aprovechadas. El oro se fundía y convertía en lingotes que iban al banco del Tercer Reich. Las divisas también. La ropa de calidad se entregaba a los alemanes…hasta las cenizas se usaban como fertilizante, todo servía a un fin.

Bloque 5

También hay parte del botín de pertenencias de los judíos que los nazis no tuvieron tiempo de destruir ante el avance del ejército rojo: miles de gafas apiladas en un lateral de la sala, miles de talits en otro. En otra de las salas el atroz descubrimiento de miles de prótesis corporales de todo tipo también apiladas, como macabros juguetes rotos…

En otra sala de este mismo barracón seguimos viendo pruebas de los crímenes aquí cometidos: una sala llena hasta el techo de menaje básico del hogar: ollas, platos, teteras descascarilladas. En otra, miles de maletas acartonadas por el paso del tiempo, con el nombre de su propietario escrito con pintura o tiza…hay otra sala con calzado infantil y otra con toneladas de ropa de todo tipo. La lista es muy extensa.

En los Bloque 6 y 7 se nos muestra la vida del prisionero. Nos reciben las paredes llenas de fotografías de los presos que allí vivieron y que no sobrevivieron. En la sala 4 de la planta baja, nos hablan de los niños que pasaron por Auschwitz, unos 216.000, la gran mayoría judíos. Tan solo 700 de ellos lograron sobrevivir, 60 nacidos en el mismo campo. El resto iban destinados al exterminio, o a los experimentos perpetrados por el Dr Mengele, en el bloque 10. Las empresas farmacéuticas pagaban grandes sumas por estos experimentos “in vivo”. Esterilizaciones masivas, inoculaciones de virus para estudiar el desarrollo de una enfermedad, experimentos con gemelos, estudio de los efectos del hambre en el organismo humano, eran solo algunos de los experimentos que aquí se llevaron inhumanamente a cabo.

El Bloque 11 era el bloque de la muerte. Aquí se llevaban a cabo las ejecuciones por fusilamiento y ahorcamiento. Unas flores frente al paredón del fondo del patio nos lo cuentan. También aquí, en este mismo barracón se encontraba la prisión del campo. En el subterráneo de este barracón se llevó a cabo la primera prueba con Zyklon B.

En el exterior de los barracones pasareis por otros lugares comunes. Fuera de la valla del campo hay un edificio bajo con una chimenea de ladrillo, es la cámara de gas número I. Era el almacén de municiones de las instalaciones polacas. Accederéis por una rampa que se adentra en la tierra hacia su interior donde veréis cuatro salas. Veréis las aberturas en el techo desde donde se liberaba el Zyklon B (ácido prúsico cristalizado: cianuro), los hornos crematorios en una sala contigua, en otra, la morgue. Los sonderkommando se encargaban de trasladar los cuerpos hacia los hornos para su incineración. Entre 1943 y 1944, algunos miembros de ellos pudieron obtener equipo de escritura y narrar sus experiencias y lo que habían presenciado en Birkenau. Estos documentos fueron enterrados en los terrenos de los crematorios y recuperados después de la guerra para darnos un testimonio de lo que aquí ocurrió.

En el patíbulo que veréis en el exterior se ahorcó al comandante del campo, «el animal de Auschwitz» Rudolf Höss quien tras ser localizado en Sudamérica fue juzgado y condenado en Polonia y sentenciado a muerte en la misma horca que él mandó construir algunos años antes. Fue en abril de 1947.

 

La ampliación: Auschwitz II o Birkenau

Se construyó en las proximidades de la aldea de Brzezinka, a unos 3 kilómetros de Auschwitz I y llegó a tener cuatro cámaras de gas en activo, razón por la cual Auschwitz se convirtió en el mayor campo de exterminio de la Alemania nazi. Por sus dimensiones también era el mayor campo de concentración, el más grande de cuantos existieron. En total había una capacidad de cien mil prisioneros.

Seguro que os llamará poderosamente la atención la enorme puerta de entrada de ladrillo atravesada por las vías del tren, apenas una fachada con unas garitas, pero tan amenazadora. La hemos visto en muchas películas y documentales y es tal cual aparece en ellas. Los trenes cargados de prisioneros entraban en el propio campo y desalojaban en la plataforma a miles de personas que en muchos casos llevaban días viajando sin alimentos ni la más mínima condición higiénica, apilados como ganado y sin apenas ventilación. En una de estas vías permanece varado uno de estos vagones de tren de madera, de reducidas dimensiones, sin ventanas.

Los prisioneros declarados no aptos, (tres de cada cuatro), eran a menudo asesinados en las cámaras el mismo día de su llegada. La plataforma lleva hasta los crematorios II y III. A la altura del mencionado vagón, un camino diametral corta perpendicularmente la vía y lleva directamente a los crematorios IV y V.  A ambos lados de las vías, se extendía un total de 300 barracones de madera y de ladrillo cercados por alambradas de púas.

Los restos de los crematorios II y III permanecen como quedaron tras el intento de las SS de hacerlos desaparecer en enero de 1945. De unas dimensiones considerables, (unos 200 metros cuadrados) podemos ver parte de la estructura, la rampa de acceso, parte de la techumbre hundida.

La capacidad de exterminio de los 5 hornos crematorios de Auschwitz I y II era de casi 5.000 personas por día. Bastaban 20 minutos para consumar el asesinato masivo. Sin embargo, despojar a los cuerpos de lo que aún se pudieran despojar y deshacerse de ellos llevaba mucho más tiempo, tarea que desempeñaban los sonderkommando. Entre 1942 y 1945 los alemanes quemaron a más de un millón de personas solo aquí.

A pesar de que aquí había modernas instalaciones de hornos crematorios, y no solo piras o parrillas sobre fosos como en otros campos, en los terrenos de alrededor también se quemaron miles de cuerpos a cielo abierto, dicen que “las cenizas se las lleva el viento”, y después, una vez barridas, se dispersan y desaparecen. Sin embargo, en Birkenau aún hay cenizas de todos esos individuos anónimos abonando los campos de alrededor.

Los restos de los crematorios IV y V se hallan en el lindero del bosque junto a un pequeño estanque donde se esparcían las cenizas humanas. Las fotografías que se muestran junto a las ruinas fueron realizadas en secreto por los sonderkommando y enviadas fuera del campo por el movimiento polaco de resistencia para informar al mundo del horror que se estaba perpetrando en Auschwitz.

En Auschwizt II podréis visitar el interior de uno de los barracones, bien los de ladrillo o los de madera. El de ladrillo tenía una capacidad para 700 personas por barracón, en su interior había 60 literas de tres alturas, con capacidad para 5 personas por altura, pero llegaron a ocuparse por hasta 7 personas cada camastro. Estos camastros no merecen tal nombre, no eran otra cosa salvo una balda de madera sobre la que se esparcía paja. Sin ropa apropiada, sin higiene ni alimento, sin mantas, las condiciones y el frío que tenían que soportar en estos espacios masificados construidos sobre el mismo suelo, sin un piso aislante eran terribles, haciendo parecer a Auschwitz I un hotel de lujo. Y no hace falta que os diga que frecuentemente se desataban epidemias de enfermedades contagiosas. Los barracones de ladrillo se construyeron con los materiales provenientes de aldeas cercanas destruidas y los de madera eran realmente establos prefabricados con capacidad para 52 caballos que se reconvirtieron para hospedar cada uno de ellos a 400 mujeres.

En el tiempo que duró la contienda a Auschwitz fueron deportadas 1.300.000 personas. Alrededor de 1.100.000 judíos fueron asesinados solo en las cámaras de gas.

El 18 de enero, unos sesenta mil prisioneros fueron obligados a iniciar una marcha mortal al oeste. Dos días después, el teniente general de las SS ordena la ejecución de los presos que no estaban en condiciones, pero esta orden no se cumplió, son las personas que los soviéticos encontrarían en los campos liberados, apenas 7.000 prisioneros, espectros vivientes al borde de sus fuerzas, enfermos, y muchos desahuciados, de los 120.000 que mínimo esperaban liberar en Auschwitz.

 

Datos de interés sobre la visita:

Abierto de lunes a domingo menos el 1 de enero, 25 de diciembre y el primer día de la Pascua de Resurrección.

No está permitido comer ni fumar.

Consultar las dimensiones de los bolsos permitidos.

Las fotografías están permitidas solo en algunos lugares, en la sala nº 5 del bloque 4 y subterráneos del bloque 11 está prohibido.

La ropa ha de ser adecuada a la seriedad del lugar.

Nota: hay un bus lanzadera gratuito para ir de Auschwitz I a Birkenau.

Página web: www.auchwitz.org