Lleva años muriendo lentamente en el pantalán nº 8 del Puerto deportivo de Benalmádena.
Quizás, si han pasado por allí y no son de la zona, les haya extrañado hallar una nave de esta envergadura en un estado más que evidente de ruina y decrepitud. ¿Cómo terminó aquí este hermoso barco de vapor, con alambre de púas alrededor de sus cubiertas y luciendo tan tristemente abandonado?
Tirando de memoria, los locales lo conocemos desde al menos los años noventa. De niña, siempre veranee en esta costa antes de vivir definitivamente aquí.
Un poco de historia
Los locos ochenta, con un turismo aún pujante, cosmopolita. Localidades como Torremolinos, por entonces aún un barrio de Málaga, estaba en la cresta de la ola siguiendo la estela iniciada en los sesenta. Sus playas estaban abarrotadas de gentes de todo el mundo. El top less y los colores “fosforito” eran tendencia absoluta, y la cirugía estética aún no había hecho su aparición. Las noches, para los que entonces tenían edad para disfrutarla, no tenían parangón: el Pipers, Borsalino, el Number One, Joy, Gatsby …son sólo algunas de las salas de fiestas y discotecas de los cientos que había. Y puede decirse que la noche en esta costa no cerraba nunca. Con la música electrónica en los noventa, la marcha comenzaba a trasladarse más hacia el oeste. Localidades como Benalmádena, Fuengirola y, por supuesto, la celebérrima Marbella, comenzaban a tomarle el relevo a la pionera. En cuanto a ocio, se puede decir que las ideas más originales e innovadoras cuajaban, encontrando un público deseoso de vivir la noche. Y en este contexto, es cuando el Willow abrió sus puertas. Esto es lo que todos más o menos sabemos de él, pero, ¿quieren saber más?
El San Louis Mississippi (USS Willow), un histórico barco de vapor construido en 1925 en Estados Unidos para las tareas de señalización del río Missisippi, llegaba por una serie de avatares del destino a esta marina de Benalmádena. El vapor, de unos veinte metros de altura y unos 60 metros de largo, ha estado amarrado desde 1996, y tiene una rica y larga historia.
Funcionó como hotel, restaurante flotante o discoteca, y hasta sala de eventos, hasta que el 28 de marzo de 2019, tras llevar décadas expuesto a los elementos y al abandono, comenzó a hundirse al producirse una vía de agua. Azotaba un intenso temporal de levante, que, sin duda, le “dio la puntilla” como se suele decir en términos taurinos.
Cuatro años después de este hecho, se puede seguir viendo en el Puerto de Benalmádena, a la espera de que el Ayto de la localidad proceda con su desmantelamiento.
Pero, ¿cómo acabó aquí? Pues créanme, dio muchas vueltas antes de venir a morir a Málaga.
Su primer destino tras su botadura fue Nueva Orleans, donde recibió el nombre de Willow.
El servicio de faros de los EE. UU. se hizo cargo de él el 4 de octubre de 1927. Estaban en el distrito de Memphis y se les asignó el Willow para navegar a lo largo del Mississippi entre Nueva Orleans y St. Louis. Las aguas poco profundas del Mississippi solo podían surcarse por barcos que tuviesen poco calado, que era el caso de USS Willow. Incluso así, no resultó ser el barco más adecuado para esta función. Su tarea principal era la instalación y mantenimiento de ayudas a la navegación, como boyas, marcadores de canales, sirenas de niebla y balizas.
En 1939, la Guardia Costera se fusionó con el Servicio de Faros, y el barco continuó desempeñando su función durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944, el Willow sufrió graves daños en una colisión con el buque USS LST 841. El peritaje posterior determinó que el Willow era demasiado costoso de reparar y fue dado de baja en marzo de 1945. Después del desmantelamiento, se le quitó el tren de rodaje y se convirtió en un barco-vivienda. Una nave- alojamiento para dormir y acomodarse. Al final de la Segunda Guerra Mundial y durante un tiempo después, algunos de sus huéspedes eran prisioneros de guerra alemanes y soldados del cuerpo de ingenieros del ejército estadounidense.
En 1962, un hombre de negocios de Kentucky compró el Willow con la idea de transformarlo en un restaurante flotante, pero esto nunca sucedió. El Willow permaneció 3 años en el puerto de Paducah, hasta que fue vendido a la empresa constructora WS Young. Ese año fue remolcado hasta La Palace, Luisiana donde en 1965, estando amarrado, el Willow fue azotado y devastado por el huracán Betsy. El departamento de Marshalls de los Estados Unidos finalmente tomó el control del buque y lo vendió en una subasta en 1970 a un familiar de los propietarios de Young Construction, que lo vendieron a una empresa llamada Belezian Industries. Belezian Industries trasladó el Willow a Florida para remodelarlo y convertirlo en una procesadora flotante de langosta, ya que tenían un comprador que era propietario de una empresa de pesca de langosta en la Honduras Británica. Sin embargo, a pesar de la remodelación practicada, el acuerdo fracasó.
Finalmente, una empresa británica, Themes International, compró el Willow en 1970. Se cree que Themes International alquiló el barco a una empresa que lo convirtió en un restaurante flotante en el río Támesis de Londres. En esta etapa se le pierde el rastro, pero a finales de 1991, vuelve a aparecer. El plan era amarrarlo en el río Támesis en Londres, frente al famoso HMS Belfast. Sin embargo, parece que, tras muchos arrendamientos fallidos a diferentes restauradores, el Willow fue llevado a Amberes, Bélgica, para una renovación.
Mientras el Willow estaba en Bélgica, Themes International quebró y el Willow permaneció en Amberes hasta 1995, cuando fue comprado nuevamente y trasladado a Birkenhead, Inglaterra. Desde allí realizó su último viaje por mar, escoltado por 2 remolcadores hasta el puerto deportivo de Benalmádena.
El final del camino
The Willow fue traído por el propietario de un club nocturno en Manchester, supuestamente miembro de la escena del crimen de esta ciudad en los años 60, 70 y 80.
El entonces alcalde de Benalmádena, supuestamente se comprometió con el nuevo propietario (que estaba muy bien relacionado en la Costa del Sol) de que se le concedería una licencia para utilizar al Willow como casino. Pero de nuevo, esto nunca pasó.
Cuando el Willow llegó por primera vez al Puerto Deportivo de Benalmádena, no estaba amarrado donde lo vemos hoy. Se encontraba en una ubicación más destacada, enfrenando la línea de bares que ahora conocemos como Mombasa, Kume y Monet.
Abrió sus puertas como bar restaurante, y obtuvo un gran éxito, lo que puso muy nerviosos al resto de locales de la zona. Cenar en un sitio como el Willow, era una atractiva experiencia a pesar de que nunca obtuvo la licencia de juego.
Las quejas al ayuntamiento no tardaron en llegar. Y no fueron escuchadas hasta que los empresarios de la zona retuvieron sus contribuciones y pagos al ayuntamiento hasta que este les ofreciese una solución a esta “competencia desleal”. Esa solución fue trasladar el barco al amarre en el que se encuentra ahora, y completamente fuera del alcance de los bares y restaurantes a los que estaba afectando.
El éxito de Willow comenzó a languidecer al estar más apartado, y a la caminata necesaria para llegar desde la bulliciosa vida nocturna del puerto deportivo. Al poco tiempo cerró como bar restaurante, y, abrió como atracción turística y lugar para fiestas privadas y bodas, pero esto nuevamente no logró despegar y cerró sus puertas en 1998.
La historia del Willow es la historia de un barco, pero realmente podría haber sido la historia de cualquier ser humano, creo que por eso me llama tanto la atención.
Afectado por malas decisiones, quiebras, fuerzas mayores al estar en el lugar equivocado en el peor de los momentos, incumplimientos sucesivos de contrato, etc. Y al mismo tiempo, resiliencia, y adaptación. Fortaleza ante la adversidad.
Ajado y semi sumergido, el Willow son los despojos de un enfermo en fase terminal. Willow deja un testamento lleno de deudas, sin familiares que lo acompañen, pero no sin personas que lo recuerden. Un triste final. Sin embargo, podemos pensar que el Willow terminó sus días al sol y en un destino vacacional que muchos de los que nos visitan anhelan todo el año. Ha tenido una vida larga de casi cien años, ha “conocido mundo”, ha pasado una guerra, se ha reinventado…en fin, para terminar, dejo en el aire estos pensamientos.
D.E.P.
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