Hoy me he propuesto intentar describir en pocas líneas un lugar emblemático del carismático Bairro Alto de Lisboa: el Pavilhao Chinés. Ciertamente su nombre evoca a oriente, exotismo, y, sobre todo, misterio, todo eso es cierto, lo complicado viene ahora, cuando tengo que poner en palabras la atmósfera y la decoración de este espacio sin igual.
El ambiente misterioso del lugar comienza en la misma entrada del local pues una puerta roja nos impide el paso. Hay que llamar al timbre y esperar para que un camarero nos abra y acompañe a una mesa, como si entrásemos a la casa de alguien. En su interior, distintas salas con confortable mobiliario clásico y tenue iluminación se ven decoradas con todo lujo de detalles, cuadros, estatuas, muebles de madera, terciopelos rojos, molduras labradas en los techos… todo ello sin duda muy barroco, diría que incluso con aires de cabaret.
Pero una vez sentados es cuando se empieza a reparar realmente en los cientos de objetos de coleccionista que abarrotan las vitrinas y estanterías de cada habitación. Tan ecléctica y kitsch decoración nos tendrá sin pestañear con la mirada de una estantería a otra observando los miles de objetos : colecciones de juguetes, de jarras, de porcelanas, de abanicos, de máscaras, de platos, de soldaditos de plomo… Su propietario Luis Pinto Coelho sólo podía ser un apasionado coleccionista de piezas antiguas las cuales desde 1986 sirven para crear esta indefinible atmósfera tan original y a la vez tan clásica de las noches lisboetas. No hay un solo centímetro de ninguna de las cinco salas en los que haya algún espacio libre de decoración, eso sí, mencionar que muchas de ellas podrían estar en un museo pues son piezas que abarcan desde el S.XVIII al S.XX. Este ambiente recargado y excesivo, sin embargo no sólo no resulta claustrofóbico, sino que se presta a la conversación y a la intimidad. La gente se siente como en casa sentados en sus cómodos sofás y butacas y disfrutando de cualquiera de los cocktails especialidad de la casa o de su extensa carta de tés o cafés.
Por lo visto la historia de este café hay que buscarla en el siglo pasado, cuando el lugar era una tienda de ultramarinos especializada en productos de importación de alta gama, principalmente tés y cafés. La cafetería conserva el nombre original de la tienda y es por muchos lisboetas considerada como patrimonio de la Lisboa más romántica, lugar adoptado como punto de encuentro por intelectuales y artistas.
A buen seguro que nunca habéis visto algo igual.
La dirección:
Pavilhao Chines
Rua Dom Pedro V, 89 – 1250 Lisboa, Portugal
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Después de una estupenda cena en la Cervecería Trindade, también un lugar emblemático de Lisboa, fuimos dando un paseo hasta llegar a este curioso local que nos habían recomendado. Cuesta un poco dar con él porque por fuera parece una casa, pero luego te quedas asombrado de su interior…una sala tras otra con poca luz llena de objetos curiosos, muebles antiguos….es verdad que recuerda a un cabaret, pero es acogedor y sólo curioseando por allí se podrían pasar horas, aparte de que tomamos unos cocktails estupendos. Un lugar imprescindible de Lisboa…yo por lo menos no he estado en otro igual.