Hoy me apetece hablaros de un distrito histórico de París que pese a encontrarse en el corazón de la ciudad, no es uno de esos vecindarios congestionados por el turismo masivo lo que lo hace muy atractivo, me refiero a Les Halles-Chatelet. Les Halles-Chatelet se extiende entre los distritos I y II de París, y es, en mi opinión, una de las mejores zonas para alojarse debido a su proximidad al Louvre y a muchos de los lugares que seguramente queréis ver pero también por la gran oferta de restaurantes y bares en Les Halles y el Marais.

Les Halles es un barrio vivo, dinámico, fotogénico, histórico y a la vez reinventado, ideal para pasearlo y disfrutarlo tomándole el pulso a un París un poco menos trillado.

El origen del barrio fue un gran mercado de abastos mandado construir por Luis VII allá por el año 1137. Entonces, esta ubicación quedaba en el extrarradio de la ciudad, en una zona pantanosa más allá de las entonces murallas conocida como Champeaux. Los gigantescos arcos de acero que cubrían el área principal del mercado original (que podréis ver en acuarelas y dibujos de la época a la venta en las tiendas del barrio), fueron diseñados por el famoso arquitecto Baltard y nos recuerda a otras famosas estructuras de París visibles en la Gare du Nord y St. Lazare o, en el Museo de Orsay.

Como suele ocurrir, la ciudad se fue expandiendo por la presión demográfica y la revolución industrial, las murallas se tiraron y el terreno y el próspero mercado con todo lo que se fue construyendo a su alrededor (como un pabellón de madera construido por Philippe Auguste y el mercado de granos de 1769), quedaron entonces integrados dentro de la ciudad.

El mercado sobrevivió con los lógicos cambios hasta los años 60 del pasado siglo, precisamente su éxito fue el germen de su propia desaparición. La insuficiente salubridad así como el volumen de tráfico hacia y desde el mercado, causaba a diario serios cuellos de botella en el centro de la ciudad y por ello, el sitio fue demolido en la década de 1960. La eliminación física de las arcadas dejó un enorme agujero en la tierra durante muchos años, hasta que finalmente se convirtió en el centro comercial subterráneo y la inmensa estación de metro de Forum Les Halles. El pabellón construido en ese lugar y el jardín intenta imitar ciertas características del sitio original así como la arquitectura de Baltard, pero es básicamente un área peatonal agradable.

En mi humilde opinión, es una de las zonas más agradables y “parisinas” en el centro de la ciudad para salir a pasear y a tomarle el pulso a la ciudad. Posiblemente los lugareños lo vean de otro modo, pero para los foráneos que no tendremos la experiencia completa de vivir aquí está llena de atractivos. Podréis visitar la Iglesia de Saint Eustache, de estilo gótico y muy ligada a la historia francesa por los bautizos de Moliere y Richelieu, la Torre de St Jaques, de origen medieval, que marca el inicio del Camino de Santiago en París con sus imponentes 54 metros de altura y su  estilo gótico, el impresionante edificio del Ayuntamiento de París,  o el centro de arte moderno Pompidou entre otros lugares interesantes.

Si queréis ir de compras, la calle Rivoli o también la emblemática calle comercial Rue Montorgueil pertenece a este distrito. La Rue Montorgueil es una fiesta para los sentidos, si os gusta la buena comida y disfrutáis con el ambiente bullicioso, esta calle peatonal es vuestra calle. Hay muchas tiendas de alimentos frescos gourmet y restaurantes con solera. Para los golosos, la pastelería Maison Stohrer, dicen que la más antigua de París, en este mismo lugar desde 1730.

Si sois amantes del arte, en el 59 Rívoli, un edificio haussmanniano abandonado de seis plantas, podréis ver trabajar y admirar obras de los mejores talentos creativos de París. En la planta baja hay una galería con exposiciones junto con actividades, conciertos y espectáculos gratuitos los fines de semana.

La Iglesia de St-Eustache, para muchos parisinos más catedral que iglesia, luce sobre su entrada occidental el órgano más grande de Francia,  mundialmente famoso, clasificado como «monumento histórico». La iglesia, construida  junto al camino precristiano que iba desde Lutecia (Ilé de la Cité) hasta las colinas de Montmartre, reemplazó a una iglesia más pequeña en honor de Santa Inés (del siglo XIII), y fue construida entre 1532 y 1632 a lo largo de un siglo. Recibió el nombre en honor de San Eustaquio, un general romano del siglo II d. C. que fue quemado, junto con su familia, por convertirse al cristianismo. Desde el incendio en la Catedral de Notre Dame, la Misa de Pascua se ha trasladado aquí.

El exterior de jardines se haya tomado por grupos de gente variopinta de todo tipo de “pelajes” y “afiliaciones”, entendedme bien, no se trata de una zona insegura, de hecho la policía es bien visible aquí, pero hay que andar con los ojos abiertos. El centro comercial lo he rodeado desde fuera, tiene una estructura que parece flotar a base de láminas de metal muy original, pero por lo demás parece otro centro comercial más (qué aburrimiento), sin mayor interés, de grandes dimensiones, escaleras mecánicas, con cientos de tiendas, con mucha gente, mucho ruido, dicen que es uno de los centros comerciales más visitados de Francia. En la misma vecindad hay muchas tiendas y puestos al aire libre en los que se vende de todo.

Muy cerca de aquí está el Centro de Arte Pompidou con su estructura vista industrialista, y con los elementos funcionales, conductos, escaleras pintados de colores llamativos visibles desde el exterior. Quizás hoy día ya no nos sorprende pero fue muy polémico cuando se construyó. Además su construcción significó la recuperación de un barrio que estaba bastante deprimido treinta años atrás y donde hoy conviven lugareños acomodados, yuppies, hipsters, artistas callejeros que ocupan la plaza frente al museo, skaters, músicos, mimos, retratistas, turistas, etc, etc.