Accedimos por primera vez a la Medina desde la plaza de Al-Yalaa a través de una entrada estrecha y jalonada de pequeños negocios buscando el Riad Blanco. Dado que los taxis no pueden acceder, enseguida nos encontramos tirando de las maletas y con multitud de voluntarios dispuestos a guiarnos y darnos conversación por una pequeña propina. Recorrimos el camino un poco desconcertados pues uno no podía evitar preguntarse cómo en un espacio tan angosto como el que se extendía ante nuestros ojos iba a haber un edificio palaciego como el que esperamos encontrar. Sin embargo, así fue, unos pasos más adelante un pequeño cartel suspendido del arco de una bóveda nos lo confirmaba: estabamos a escasos metros del lugar y adentrándonos en la Medina.

Una minúscula calle transversal sin salida alberga la entrada del Riad Blanco. Llamamos al timbre y voilá, efectivamente, sus sólidas puertas de madera se abrieron desvelándose para nosotros el primer secreto de la Medina. El lugar se nos antojó como un hermoso remanso de paz oculto a la vista tras sus altos muros, y a todos consiguió arrancarnos exclamaciones de admiración por la sorpresa y la belleza del lugar. Desde luego no exageró ni un ápice mi  amiga Mª Luz Bejarano, de SienteMarruecos cuando nos dijo que era el mejor hotel de Tetuán. Esta preciosa casa-palacio del s. XVIII, fue el consulado español en 1860 y más adelante, durante el protectorado fue la casa del “bachá”. Incluso en tiempos más recientes era conocida por muchos tetuaníes por ser un sitio donde se celebraban bodas. Hoy es un lugar perfecto desde el que conocer la ciudad. Y, desde luego, la Medina, de la que hoy os quiero hablar.

«Medina» no significa otra cosa que ciudad en árabe. Dicen que la Medina de Tetuán es de las más pequeñas del país, pero a su vez, de las más auténticas. Está rodeada casi en toda su extensión por una muralla que conserva siete de sus puertas de acceso y su original  trazado laberíntico de callejuelas estrechas, adarves  y túneles abovedados cuando las casas  de un lado y otro se encuentran en las alturas. Es una medina muy poblada, y paseando por ella no pasan inadvertidas la gran cantidad de puertas y pasajes de acceso a las casas. Sin embargo, el interior de las mismas se antoja un misterio, las viviendas se adentran y ramifican hacia el interior de la Medina sin que desde el exterior uno pueda tener una idea de su distribución interior ya que aunque puertas hay muchas, apenas hay fachada o ventanas. Desde la azotea del riad intenté hacerme un plano aéreo pero no lo conseguí, eso sí, pude observar las diminutas terrazas y tejados con las ropas secándose al sol y las consabidas antenas parabólicas, y contemplar como la medina ascendía por una colina hasta la Alcazaba desde donde se contempla el resto de la ciudad con las altas y recortadas cumbres del Rif de fondo.

IMG_9243Hay constancia de que la primitiva medina fue completamente destruida a principios  del s. XV, por eso se considera que su fundador fue el granadino Sidi Ali Al Mandri  quien en 1483,  abandonó el reino nazarí ante el avance de las tropas de los Reyes Católicos hacia Granada y llegó aquí con  un grupo de exiliados que, tras obtener la autorización del sultán,  iniciaron la construcción de la ciudad sobre las ruinas de la anterior. Estos exiliados granadinos construyeron parte de las murallas que antes mencionaba así como algunas de las puertas principales. La zona donde se instalaron los granadinos se conoce como Blad y es el núcleo original de la medina. También construyeron extramuros las tumbas de los mudjahidines, fundadores de la ciudad, a las que se accede por bab Mqabar (la puerta más antigua de la ciudad) y la alcazaba de Sidi al Mandri. En el Blad además hay otras cosas interesantes para visitar: la Gran Mezquita, la mezquita Rabta, la zaouia de Sidi Ali Ben Raisun, las curtidurías, (aunque para mi decepción pude comprobar que prácticamente están en desuso), el fondak Srayir, (el más antiguo situado al lado de la puerta del cementerio), así como numerosas casas palacios.

Diez años después, en 1493,  la ciudad volvía a acoger, esta vez a los judíos sefardíes que habían sido expulsados de España en 1492, y que se instalarían en el Mellah al Bali, en los terrenos donde actualmente se yergue la Gran Mezquita. Como pronto la Mellah quedó rodeada por el crecimiento de los barrios musulmanes fue mandada derribarla y trasladada en el s.XVIII, a la periferia sudoeste del Blad, donde sigue hoy en día. El trazado de este barrio fue llevado a cabo por un ingeniero portugués, con una serie de calles ortogonales, y en 1889 se amplió con las construcciones de la zona de la calle Luneta. Y así, sucesivas oleadas de refugiados se fueron asentando y asimilando al este y al sur del Blad. Pero  la expulsión de los moriscos en 1609 supuso la llegada de otras 10.000 personas y la creación de dos nuevos barrios, los granadinos en el Ayún, los castellanos en Tranqat. Estas gentes, al igual que ocurrió en otras ciudades como Fez o Chaouen traían consigo arraigadas costumbres  y nuevas actividades que cambiaron y enriquecieron la  vida de la ciudad.

El recinto amurallado que comenzaron los granadinos en el s. XV, se completó durante el s. XVIII, para cercar en su totalidad a la ciudad, por Hach Omar Lucas y su hijo Mohamed.  Pero la ciudad aún continuó creciendo con la llegada de rifeños, fasíes y jebalas, y hasta hubo una colonia de refugiados argelinos. En 1860 la ciudad fue tomada por España y las tropas permanecieron aquí hasta 1862; para facilitar el movimiento de las tropas se abrió una vía transversal en el centro de la Medina que supuso la destrucción de bastantes casas.

Un paseo por el entramado de la Medina es una actividad imprescindible. La medina de Tetuán es una maraña de callejones, recodos, calles sin salida y túneles abovedados a veces tan estrechos que apenas cabe un pollino cargado. A diferencia de otras medinas, quizás más fotogénicas o más uniformes, la Medina de Tetuán no hay duda de que es una medina muy viva. Y de que es de las más completas que he visitado pues conserva vivo el espíritu y las formas de vida tradicionales de épocas pasadas que siguen siendo utilizados por sus moradores : talleres artesanales, mezquitas, zaouias , hornos, escuelas, baños, fuentes, fondaks, comercios…etc. Es por ello que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

La única forma de verla en calma es recorrerla antes de que los comercios y el trasiego de gente comience cada mañana. Es decir, madrugando un poco. Podréis comprobar muchos detalles que en una visita en hora punta se nos pasan por alto, pues hay demasiados estímulos en el aire para concentrarse en pequeñas cosas y demasiado movimiento para pararnos. Veréis que sus calles y edificios nos cuentan la historia de sus sucesivos pobladores; forjas, puertas de clavos, llamadores de bronce, filigrana de los dinteles, rejas y distintos símbolos nos darán algunas claves.

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IMG_9228En lo alto de la medina se encuentra la kashba, con la Alcazaba y el cementerio musulmán. Nos sorprenderá la tortuosidad y el colorido de muchos de sus rincones imposibles. Para llegar allí hay que subir por cuestas empinadísimas y escaleras de piedra que salvan acusados desniveles. Las señoras bajan hasta la Plaza del Pan para hacer la compra diaria con gran agilidad, pero subir luego cargadas con la compra debe de der harina de otro costal.

La medina no es muy grande pero es laberíntica y hay que estar dispuesto a perderse y a relajarse, y lo digo por la propia experiencia. Yo entré con el plano de la ciudad en la mano y al rato ya había desistido, simplemente entendimos que era mejor dejarnos arrastrar por la multitud. Blanca y verde, sinuosa, bulliciosa, auténtica, aún poco turística, y por explorar. Aunque las tiendas de todo tipo y los zocos al aire libre están extendidos por toda la misma, hay calles y plazuelas donde se concentran los puestos de venta específicos, p.e artesanos (hay talleres donde se trabaja artesanalmente la forja, las babuchas, la taracea, el cuero, carpintería…etc etc). En otra zona hay sastres, tejidos, objetos antiguos, cerámica, menaje y cacharrería, joyas, en otras, alimentación: carnes, pescado, frutas y verduras, veréis también aquí a las campesinas rifeñas vendiendo sus excedentes de leche, huevos o verduras.

En fin, la Medina, como ya comprobareis es inagotable. Estoy segura de que esta visita junto con el Ensanche español bien merecen vuestro paso por Tetuán. Espero que corráis la voz!!