¿Qué hace un templo egipcio en pleno centro de la capital de España?
¿Cómo y porqué está aquí? ¿Es auténtico o es una réplica?¿Cómo se trasladó? Seguro que estas preguntas se las hacen muchos foráneos cuando tras visitar el Palacio Real siguen agradablemente paseando  junto al Parque del Pintor Rosales y se topan con este singular, y, realmente inesperado monumento de una milenaria civilización de la que tanto, ( y tan poco sabemos).
Hoy explico por qué este templo, conocido como el templo de Debod se encuentra en Madrid y como la construcción de una presa a 4.000 kilómetros de España dotó a la capital española de un monumento único.

 

La desafiante construcción de la Alta Presa de Asuán

Corría la década de los cincuenta del siglo pasado cuando Egipto tomó una decisión vital para su supervivencia, desde siempre ligada y dependiente de las crecidas cada vez menos predecibles e intensas del río Nilo. La impredecible alternancia del nivel de las crecidas traía consigo la pérdida de cosechas enteras por anegamiento o sequía, a la cual seguían períodos de carencia y hambruna en la población. Debido a ello, se consideró necesario construir una presa que regulara el nivel de las inundaciones con varias finalidades: almacenar agua, producir energía hidroeléctrica, aumentar las tierras de cultivo y proteger las tierras de labor y los campos de algodón.

La primera presa construida fue conocida como “la Baja presa” y la construyeron los británicos en 1902 a la altura de la primera catarata del Nilo. Esta se tuvo que ir agrandando y adaptando hasta en dos ocasiones porque resultaba insuficiente para controlar la crecida del Nilo en verano.

Cuando el gobierno egipcio se estaba planteando una tercera ampliación en altura, fue cuando se tomó la decisión de hacer una nueva gran presa a la altura de la segunda catarata del Nilo en Asuán, exactamente a 6.5 kilómetros de la primera “la Alta presa “ y es aquí donde comienza la historia de nuestro monumento.

 

El rescate de los monumentos de Nubia

La solución solo tenía una pega, construir esta gran presa supondría la inundación de un vasto territorio donde vivían miles de personas y en el que se encontraban algunos de los templos más antiguos de Egipto, incluido Abu Simbel.

Con el proyecto de construcción de la nueva presa se inició otro proyecto no menos importante y desafiante: el rescate del patrimonio arqueológico de la zona. Este épico proyecto atrajo la participación de arqueólogos de todo el mundo. También fue posible por la solidaridad entre naciones y la mediación de la UNESCO solicitando ayuda internacional para salvar este patrimonio mundial.

Esto resultó en uno de los mayores proyectos de rescate arqueológico de los tiempos modernos. Se procedió a desmontar pieza por pieza, literalmente, algunos de los templos más importantes, para volver a montarlos en nuevos emplazamientos lejos de las crecientes aguas. Abu Simbel, por ejemplo, se trasladó pieza a pieza a una colina artificial, a unos 250 metros de su emplazamiento original y unos 70 metros por encima del nivel del futuro lago Nasser. El conjunto de santuarios de la isla de Filae se pueden contemplar hoy en la isla de Agilkia. Muchos otros, sin embargo, acabaron sumergidos, y quien sabe si en el futuro habrá alguna tecnología que permita su rescate y lo haga económicamente factible.

En total en la contrarreloj veinticuatro de estos monumentos se movieron a ubicaciones más seguras, como los templos de Abu Simbel, File, Kalabsha y Amada. Cuatro de ellos fueron donados a los países que colaboraron en el rescate, (entre ellos España) como símbolo de amistad y gratitud.

Estos templos hoy forman parte del “Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán”, y fueron  declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.

 

El templo de Debod

En 1968 Egipto donó cuatro de los monumentos rescatados para agradecer la ayuda prestada a los países que respondieron a este reclamo de una manera significativa. España recibió el Templo de Debod.

El templo de Debod (del año 200 a.c) formaba indirectamente parte del gran santuario dedicado a la diosa Isis en la cercana isla de Filé, aunque su culto estaba dedicado al dios Amón de Debod, (la pequeña localidad ribereña a la que pertenecía). Es de época ptolemaica, la dinastía iniciada por los descendientes de Alejandro Magno.

Debod estaba situado en una zona fronteriza entre el reino nubio de Meroe y el Egipto de los Ptolomeos. Este templo forma parte, desde su primera etapa constructiva, de un itinerario religioso —Tebas, Sais, Edfú que conducía a Filé, la isla donde, según la tradición religiosa egipcia, Isis dio a luz a su hijo Horus.

Prácticamente nada es lo que sabemos del templo hasta que en el siglo XVIII es visitado por los primeros viajeros occidentales.

Cuando se construyó la Baja presa de Asuán, el templo permanecía unos nueve meses al año bajo las aguas.            El acceso al templo era posible solo en verano, cuando la evacuación de las aguas de la presa lo permitía. La inundación casi constante del templo lo dañó, perdiéndose el color, desgastando la piedra y los relieves decorativos del mismo. El Servicio de Antigüedades de Egipto lo restauró y el alemán Günther Roeder llevó a cabo un estudio exhaustivo con documentación fotográfica, dibujos de planos, alzados y comentarios. Su trabajo sigue siendo la referencia bibliográfica fundamental del edificio, un siglo después.

En 1961 ante la inminente inundación para la construcción de la segunda presa que los anegaría para siempre, un equipo arqueológico polaco lo desmontó piedra a piedra y en torno a 1970 llegó a España por mar, desde el puerto de Alejandría hasta el puerto de Valencia y después trasladándose en camiones hasta Madrid.

 

Su reconstrucción en Madrid

Parecía que lo más complejo había sido hecho ya, pero las dificultades no acabaron aquí. El equipo que llevó a cabo la tarea de montar el puzzle estuvo al mando del reputado arqueólogo Martín Almagro, y fue una tarea compleja por la falta de instrucciones claras, numeración de los bloques y demás. Durante los dos siguientes años se procedió a su montaje e instalación, que supuso no sólo la restauración de las piedras conservadas, sino también una reconstrucción de las partes exteriores perdidas, la fachada y el vestíbulo, que además de permitir una lectura más completa del templo, resolvía algunos problemas de conservación del edificio.

Como la mayor parte de los templos egipcios, el de Debod estaba orientado, en su disposición original, hacia el Nilo, la gran vía de comunicación de Egipto, y con la fachada mirando al Este, habitual en los templos situados en la orilla izquierda del río, y esta orientación se respetó en su nuevo emplazamiento. Es más, se construyó rodeado de un estanque para representar su ubicación original, cerca del Nilo.

La reconstrucción se hizo encajando los bloques. El acondicionamiento, restauración y montaje del templo llevó dos años y fue inaugurado el 18 de julio de 1972 por el entonces alcalde de Madrid Carlos Arias Navarro. Puede decirse con poco margen de error que este templo es probablemente el monumento más antiguo de la capital.

Las Críticas

El ayuntamiento de Madrid ha recibido numerosas críticas por el abandono del monumento, incluidas las del famoso arqueólogo Zahi Hawass quien en 2020 declaró que “en las últimas décadas este templo ha sufrido más que en toda su vida, que son más de dos mil años”. Además de ello, insistió en que “España debe devolver este regalo si no lo valora”.

Lo cierto es que el monumento sufre todas las inclemencias del tiempo además de la importante polución que sufre la capital al no estar protegido como los otros templos donados y expuestos en museos. También ha sido objeto de actos vandálicos.

Esperamos que este alzado de voz sirva para que se ponga en valor y se cuide como corresponde y para que todos, propios y viajeros lo puedan seguir disfrutando durante las próximas generaciones. A fin de cuentas, pocas ciudades fuera de Egipto pueden presumir de tener un templo egipcio original como es el caso.

Más información:

El Templo de Debod se puede visitar gratuitamente. Está abierto de martes a domingo y los festivos, de forma ininterrumpida de 10 a 20 horas.

Si queréis ampliar la información, os recomiendo la consulta y/o lectura del libro “El Templo de Debod”- Madrid: Instituto de Estudios Madrileños, 1971. Martín Almagro.

 

 


 

Ana Morales

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