A casi nadie fuera del mundo de la arquitectura, le resulta conocido el nombre de Leoh Ming Pei, sin embargo, este año se han cumplido los 30 años de su obra más conocida: la pirámide del Louvre. Leoh falleció el pasado mes de Mayo pasado el centenar de años. Quien fuera ganador del premio Pritzker de arquitectura entre otros, una distinción de la que pocos pueden presumir, fue, no obstante conocido por esta obra que situada en uno de los puntos neurálgicos de París, ve pasar cada año a millones de personas.

Como homenaje, el artista JR creó una gigantesca obra de arte colaborativa para celebrarlo llamada «El Secreto de la Gran Pirámide», una espectacular ilusión óptica que hace desaparecer la pirámide en un abismo subterráneo. La efímera obra realizada con tiras de papel desapareció en 24 horas por el paso de la gente por lo que sólo quedará constancia de ella para la posteridad a través de las fotografías. os comparto alguna.

 

Las Pirámides

Cómo se forjó su leyenda? Las pirámides del Louvre fascinan tanto como las originales de El Cairo. El cine, pero sobre todo la literatura han especulado abiertamente con su significado, alimentando una leyenda donde lo esotérico se fusiona con lo demoníaco. Se le han dado vueltas a todos los números que conforman la famosa estructura acristalada, correlaciones aritméticas y de matemáticas pitagóricas buscando relaciones con lo oculto. El best seller “El Código Da Vinci” proponía una serie de teorías de lo más atractivas para el común de los mortales que por supuesto el museo supo rentabilizar creando una visita que aclara muchos de las ficciones difundidas en el libro, y que empieza precisamente en la Pirámide, concretamente en el Hall Napoleón situado bajo la misma. El recorrido en cuestión se llama “Código da Vinci: ocho siglos de historia” y lo podéis ver aquí, y que no se asusten los más puristas, el Louvre no se hace eco de esta novela de dudosa calidad literaria más que para atrapar al visitante, una vez iniciado el recorrido utiliza precisamente la visita para poner cada cosa en su sitio, desmontar las extravagantes teorías y las delirantes conspiraciones de la obra de ficción. Pero tampoco los fans de Dan Brown se sentirán decepcionados, porque todo lo que se cuenta resulta de lo más interesante.

Durante los ochenta, el presidente francés François Miterrand auspició una serie de grandes obras que formaron parte de un ambicioso plan para darle una nueva cara a París. Uno de los puntos pendientes era la propuesta para la renovación y ampliación del acceso al Museo del Louvre. La faraónica obra, (nunca mejor dicho) encargada a Leoh Ming Pei sin que mediase ningún concurso público previo estuvo rodeada desde sus comienzos por la polémica ya que esta construcción moderna en acero y cristal chocaba frontalmente con la imagen de París que los propios parisinos tenían de su ciudad. Miterrand se involucró personalmente en esta obra.  Los medios le acusaron abiertamente de querer ser él mismo un “faraón” y de querer alinearse con los antiguos símbolos del poder francés, como Luis XIV y Napoleón Bonaparte.

De hecho como podréis observar, la pirámide está alineada con el antiguo meridiano de París, con el obelisco de la plaza de la Concordia, el Arco del Triunfo y la nueva zona financiera y de negocios de La Defense, y esto no es una casualidad.

La obra se inauguró en marzo de 1989, que simbólicamente fue el año del bicentenario de la Revolución Francesa y este año por tanto ha cumplido su treinta aniversario.

La pirámide principal del Louvre ocupa el centro de la llamada Cour Napoleón, donde ya en el siglo XIX distintos dirigentes pensaron en levantar una pirámide como símbolo milenario de poder. La pirámide más grande sirve de entrada en el patio del Louvre y tiene las proporciones exactas de la pirámide de Keops, 51º de inclinación, 35,42 metros de ancho en la base, por 21,34 de alto mientras que 95 toneladas de acero y 105 toneladas de aluminio sostienen el conjunto. Otras tres pirámides pequeñas acompañan a la principal ubicadas para que crearan claraboyas en los accesos a las colecciones del museo. Algunos libros esotéricos y otros de aventuras, como El Código Da Vinci, han llevado al equívoco de que, en la Pirámide, hay 666 rombos de vidrio, (el número seis es el número del diablo según el Apocalipsis de San Juan). Pero, aunque yo no los he contado, esto es incierto, son 673 paneles de cristal, 603 de ellos rombos y 70 triángulos y la cantidad y la forma son resultado de las necesidades estructurales para cubrir el espacio.

La pirámide invertida que contemplamos en el interior del centro comercial Carrousel du Lovre es literalmente una pirámide invertida y suspendida a través de cuyas placas de vidrio se cuela la luz natural.

A pesar de que hoy cuenta con el favor del público la obra fue muy criticada durante su construcción porque se consideraba un atentado estético que no casaba para nada ni con la estética ni con el espíritu de un espacio tan singular como el Palacio del Louvre, una transgresión.

¿Cómo llegar?

En Metro: Parada de Palais Royale-Museé du Louvre de las líneas 1 y 7.