La más famosa de todas las fronteras del imperio romano, el Muro de Adriano, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. El muro fue construido por los romanos tras su fallido intento de conquista de Britania como un modo de proteger el territorio conquistado de los fieros guerreros escoceses.

 

La Britania romana y el muro de Adriano

Adriano llegó al poder siendo consciente por primera vez en la historia del imperio romano de que el tiempo de la expansión había terminado. El avance de Roma se veía frustrado y él fue el primero en aceptarlo. Tomó entonces la determinación de abandonar los últimos territorios anexionados por Trajano, ya que presentaban una gran resistencia e ingentes recursos imposibles de mantener para las arcas romanas, y se centró en reforzar sus fronteras para fortalecerse en su interior.

El Muro de Adriano fue la frontera noroeste del imperio romano durante casi 300 años. Se cree que su construcción fue iniciada por orden del propio emperador tras su visita a Britania en el año 122 d. C. “para separar a los bárbaros de los romanos”. Sin embargo, el complejo programa de construcción tardó muchos años en completarse, por lo que existe la teoría de que es posible que la construcción comenzara incluso antes de su llegada, y que su intervención simplemente supusiera un cambio en el plan inicial.

Fue construida por el ejército de Britania. Las tres legiones de tropas regulares entrenadas en Britania, cada una compuesta por unos 5.000 soldados de infantería proporcionaron el cuerpo principal de hombres que construyeron el muro, asistidos por las unidades auxiliares e incluso la flota británica. Con 100 kms de largo, el muro cruzaba el norte de Gran Bretaña de costa a coste desde Wallsend en el río Tyne en el este, hasta Bowness-on -Solway en el oeste, límite efectivo de la dominación romana. Aquí ya se habían levantado algunas infraestructuras fronterizas. La más importante de ellas era la vía militar que la recorría de este a oeste, la Stanegate, la «carretera de piedra».

El Muro de Adriano no era inexpugnable, y menos aún para las tribus salvajes de las que se pretendía proteger. Aunque construido y vigilado por las legiones, el valor final del muro estaba en su capacidad para regular los límites de la vida civilizada, de canalizar los intercambios entre el suelo romano y el bárbaro. Era una frontera, desde luego, pero también era un lugar donde se cruzaban las fronteras. Habría de permitir no sólo la consolidación de la vida civilizada en las tierras del sur, sino una relación pacífica y ordenada con los bárbaros del norte.

Aquí, en la frontera noroeste del Imperio Romano soldados y civiles de toda Europa y el norte de África se reunían, comerciaban y servían juntos. Muchos se establecieron en este lugar salvaje y extranjero al otro lado del mar y adoptaron las costumbres locales, adorando a los dioses nativos incluso mientras conservaban sus propias tradiciones.

Los fuertes del Muro de Adriano tuvieron una larga vida de 300 años. Se llevaron a cabo muchas modificaciones, en particular en los cuarteles, los edificios del cuartel general y las casas de los comandantes. Por lo que hoy se sabe, todo continuó hasta el final de la Britania romana, es decir, hasta principios del siglo V. Las últimas monedas encontradas en el Muro de Adriano se acuñaron entre los años 403 y 406 d.C.

Tras el fin de esta etapa, el Muro de Adriano se convirtió en una cantera. Sus piedras se usaron para construir castillos, iglesias, granjas y casas a lo largo de su trazado, hasta que el movimiento conservacionista de los siglos XVIII y XIX terminó con este expolio. Pero esto solo ocurriría a mediados del siglo XIX, cuando los primeros arqueólogos e historiadores como John Clayton, John Hodgson y John Collingwood Bruce comenzaron a estudiar el Muro de Adriano y lucharon por proteger sus restos.

Hoy en día es posible viajar el tiempo y visitar los restos de las fortalezas, torres y pueblos que una vez se asentaron para vigilar el Muro.

Es posible indagar en la rica historia del muro y su espectacular paisaje en más de veinte sitios interesantes, incluidos el fuerte romano de Housesteads, el fuerte romano de Chesters, la ciudad romana de Corbridge y el fuerte romano de Birdoswald. Os propongo dos actividades que son bajo mi punto de vista más que suficientes para vivir y empaparos de la historia del muro.

 

Housesteads

Es el ejemplo más completo de un fuerte romano en Gran Bretaña, y el mejor lugar para ver muchas de las características originales de un fuerte romano. Fue una de las 16 bases permanentes a lo largo del Muro de Adriano.
Este fuerte se inició también en el año 122 d. C., cuando comenzaron los trabajos en el muro, y estuvo guarnecido por un regimiento de infantería de 800 efectivos (cohorte) hasta finales del siglo IV. Se sabe que la cohorte I Tungrorum (‘primera cohorte de tungrios’) guarneció el sitio desde finales del siglo II hasta el siglo IV d.C. Esta unidad de auxiliares se reclutó originalmente de tribus de habla alemana en el distrito de Tongres, en la actual Bélgica.
Ubicado en lo alto de una espectacular escarpa, el fuerte romano de Housesteads nos traslada de regreso al Imperio Romano. Pasea por los cuarteles y el hospital. Echa un vistazo a los baños más antiguos que hayas visto y admira las impresionantes vistas panorámicas desde esta antigua fortaleza.

¿Dónde?: Chollerford, Hexham, Northumberland, NE46 4EU A tener en cuenta que solo abre los fines de semana de 10.00 a 16.00h

 

Corbridge: la ciudad más septentrional del Imperio Romano

Corbridge (Antigua Coria) significa «lugar de acogida» en celta, lo que indica su función como lugar de reunión central en la frontera noroeste del Imperio Romano.
Fue una vez una ciudad bulliciosa y una base de suministros donde los romanos y los civiles comerciaban con alimentos y provisiones. A diferencia de otros asentamientos en el área, continuó floreciendo incluso en las últimas etapas del dominio romano en Britania en los primeros años del siglo V.

Su gran importancia estaba relacionada con su estratégica ubicación situada en el valle de Tyne, rodeada por las onduladas colinas de Northumberland. Corbridge estuvo situada en el cruce de dos importantes vías romanas. También su historia está entrelazada con la del muro de Adriano, situado a solo 2,5 millas al norte.
A lo largo de 350 años, pasó de ser un estratégico fuerte militar a una ciudad cosmopolita y bulliciosa, donde civiles, comerciantes y artesanos se codeaban con soldados y oficiales en su camino hacia el muro de Adriano.
Hoy día alberga una de las colecciones arqueológicas romanas más importantes de Gran Bretaña, y muchos de los objetos ofrecen una visión de lo que era la vida en una ciudad romana en el extremo noroeste del Imperio.

En 1964, los arqueólogos desenterraron un cofre de madera enterrado por un soldado romano unos 1.800 años antes. Conocido como Corbridge Hoard, algunos objetos de esta fascinante cápsula del tiempo se pueden ver en el museo. El tesoro fue uno de los hallazgos más significativos de la historia de Roma en estas tierras y nos proporciona un acercamiento a la vida de un soldado en el muro. El museo también alberga la Colección Corbridge, la más grande de las colecciones del Muro de Adriano.

 

¿Sabías qué…?

Cuatro años después de la muerte de Adriano, su sucesor, Antonino Pio, comenzó la construcción de un segundo muro (el Muro de Antonino), a través del istmo de Forth-Clyde en el centro de Escocia. A menudo se piensa que el Muro de Adriano fue entonces abandonado, pero excavaciones recientes en Housesteads demuestran lo contrario, ya que el Muro de Antonino fue abandonado después del año 160 d. C. por el avance de las tribus norteñas, y el Muro de Adriano estuvo completamente guarnecido durante los siguientes dos siglos, esta vez por guarniciones que habían sido reclutadas más allá de la frontera del Rin en Frisia, ahora al noreste de Holanda.