Recalamos en Larache durante un recorrido que hicimos por las ciudades imperiales de Marruecos. Marroc_II_2012_0040No era un destino en sí dentro del circuito, sino una parada de unas pocas horas en nuestro camino hacia Fez, así que nos decidimos a aprovecharlo al máximo. Larache o o Al-Araich es una ciudad portuaria de la costa atlántica de Marruecos, a unos 90 kms de Tánger. Fue la segunda ciudad en importancia del protectorado español, (1911-1956) después de Tetuán que era la capital, por lo que pensamos que sería una parada interesante, otra pieza clave del rompecabezas que paso a paso, ciudad a ciudad, comenzábamos a encajar para acercarnos a esa historia contemporánea de España que nos resultaba tan lejana y desconocida.

Larache, de hecho fue la capital de la zona occidental del protectorado, y como tal, una ciudad administrativa y sede de un numeroso contingente militar y de cada vez mayor número de familias españolas y funcionarios que vivieron aquí durante décadas y cuyos descendientes mantienen profundos lazos hoy en día con la ciudad. A raíz de esta capitalidad, la ciudad comenzó a crecer en población y desarrollo urbanístico y económico, pues a la tradicional actividad portuaria y pesquera y las industrias de salazón y conservas de pescado se le unió una actividad agrícola creciente que no ha cesado, y que hace que hoy en día sea de las regiones agrícolas más importantes del país.

Al poco de comenzar a caminar por una tranquila calle llena de casas encaladas con verja y jardín, un viejecillo enjuto, con unas enormes gafas de ver y una chilaba beige, al percatarse de que éramos españoles nos abordó para saludarnos efusivamente, y acto seguido explicarnos con todo lujo de detalles que él había sido soldado de Franco, del que hablaba con reverencia y con mayor orgullo (¡¿¡). A los pocos pasos, un par de ociosos mendigos que cuidaban el acceso de un cementerio, también de avanzada edad se acercaronMarroc_II_2012_0028 (2) a preguntarnos por España y a recordar lo que para ellos sin dudas parecían tiempos mejores. Tras estos breves encuentros decidimos dirigirnos a la zona del antiguo protectorado para poder ver cómo era ese Larache de aires andaluces, de edificios encalados y de balcones de forja. Ciertamente, quizás porque ya conocíamos Tetuán, sin conocerla, ya nos resultaba familiar. Urbanística y arquitectónicamente la colonización supuso un cambio significativo para la ciudad y, al igual que pudimos ver en Tetuán, también se creó un ensanche español y una plaza de España (hoy plaza de la Liberación) que conectaba la antigua medina con las nuevas avenidas y arterias de la ciudad.

Pero tras el fin del protectorado la decadencia y el abandono fueron apoderándose de esta población. Larache perdió muchas de las atribuciones que había adquirido como capital de provincia y región del Lucus perdiendo importancia, inversión y  instalándose  en un abismo de olvido que nadie comprende. Sólo hay que cruzar desde la plaza de España, rodeada de bonitos edificios señoriales encalados a la Medina, que debería ser uno de sus mayores atractivos por la puerta de Bab Barra para ser testigo de esta muerte lenta.

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El zoco Chico es una de las zonas más animadas de la ciudad antigua. Está rodeado por soportales en los que tiendas de joyería y comercios en general tientan a los viandantes con mercancía diversa. Los arcos de los soportales, con sus columnas pintadas de azul le dan un aire pintoresco. En uno de sus laterales sobresale el minarete de la Gran Mezquita. Multitud de callejas parten desde aquí en todas las direcciones, así que decidimos  dedicar nuestro escaso tiempo a recorrerla. Pudimos ver que está llena de edificios históricos, iglesias, madrasas, y barrios que hubiese deseado pasear con más tiempo como el barrio judío, pero hay una cosa que era visible para cualquier ojo, está pidiendo a gritos atención y cuidados. Es una pena que luzca tan deteriorada. Conozco bastantes medinas del resto del país, y ninguna presentaba ese estado de dejadez que pudimos apreciar. No digo ni mucho menos que se deba de convertir en una postal para cumplir las expectativas del turista medio, todo lo contrario, sino que se debe recuperar  sin perder su autenticidad y originalidad.

Del Larache pre-colonización aún sabíamos menos, antes del establecimiento del protectorado sabemos que su antiguo topónimo era Lixus, y que no estaba exactamente ubicada donde está hoy en día sino a escasos 3 kilómetros de aquí. Fue elegida primero por los fenicios para establecer la que se considera su primera colonia al oeste del Mediterráneo en el s.XII a.c y más tarde por cartagineses y romanos, formando parte de la provincia romana Mauritania Tingitana. Los orígenes del actual emplazamiento de Larache son algo confusos. Fundada en el año 828 se cree que en el Medioevo fue un asentamiento de escasa importancia hasta que fue ganando influencia con las primeras expansiones, primero comerciales y después militares, de españoles y portugueses. Durante los siglos XIII y XIV comerciaba con Génova y Venecia, y con los reinos de Castilla y Aragón. A finales del siglo XV el rey de Fez fortificó y dotó a la ciudad de guarnición permanente en respuesta a la ocupación de la costa atlántica por las flotas ibéricas.

Larache se convirtió en protagonista de la estrategia de defensa contra los intereses cristianos y resultaba además inmejorable como base para la actividad disuasiva de los corsarios moriscos. Durante el s. XVI, Larache se convierte en refugio de piratas y corsarios, a la vez que la expansión comercial y militar de los imperios europeos se orientaba cada vez más hacia el Atlántico, poniendo en valor la posición su posición estratégica, ya que era uno de los escasos puertos del atlántico controlado por los marroquíes (no olvidemos que Tánger, Assilah, Safí, Essaouira, Ceuta…, estuvieron en manos portuguesas hasta mediados de siglo). Esto le hizo estar siempre en el objetivo de las potencias marítimas europeas, principalmente Portugal y España, aunque fracasaron todas ellas.

Dicho todo esto, si bien es cierto que Larache no es una población turística, sí es una población bonita de inconfundible aire marinero que a poco que se recuperase un poco con rehabilitaciones, cuidados y limpieza, seguro  se convertiría en un destino por descubrir para los amantes de la naturaleza y el mar. Su situación es privilegiada, sobre un acantilado rocoso azotado por el Atlántico dominando en su margen izquierdo los meandros con los que el río Lukos busca su desembocadura, rodeado por bosques de encinas y alcornoques y cercana a uno de los enclaves arqueológicos más importantes del país: la antigua ciudad de Lixus. Una parada de pocas horas apenas permite traerse una impresión general, y la mía fue esa, sin lugar a dudas Larache vivió tiempos mejores, sólo hace falta que las autoridades comiencen a apostar de nuevo por ella, y los viajeros, siempre deseosos de hallar nuevos reductos llenos de encanto y de autenticidad volverían a colocarla en el lugar que se merece.

 

 


 

Ana Morales

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